
En un momento en el que el cambio climático es una realidad innegable, ¿qué transiciones llevará a cabo la industria marítima en su camino hacia la descarbonización? Si analizamos la evolución de las preocupaciones del sector, a principios de los años 90 la sostenibilidad era solo una palabra y tenía poco que ver con el transporte marítimo. La mayor preocupación de la industria era la contaminación por petróleo, y la contaminación del aire ni siquiera estaba en la agenda. Las regulaciones del Anexo VI del Convenio Internacional para la Prevención de la Contaminación de los Buques (MARPOL) que tratan la contaminación del aire fueron propuestas en 1998 y no entraron en vigor hasta 2005. Incluso entonces, el enfoque no estaba en las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), sino en los óxidos de azufre y nitrógeno en los gases de escape de los barcos.
La sostenibilidad en el transporte marítimo, tal como la conocemos hoy, ha ocupado el centro de atención tan solo en la última década. Así, podríamos resumirla en tres aspectos clave. En primer lugar, la conciencia, pues la comprensión del cambio climático y la sostenibilidad ha mejorado exponencialmente. Asimismo, ahora existen una gran cantidad de regulaciones que miden lo que emitimos a la atmósfera y limitan la cantidad de GEI que se permitirá emitir a los buques. En tercer lugar, la tecnología, que ha facilitado el desarrollo de combustibles alternativos, como el metanol y el amoníaco.
Actualmente la mentalidad de la industria es completamente diferente, pasando de ignorar el daño al medio ambiente a descubrir nuevos combustibles y diseños de barcos para ayudar a impulsar un futuro más sostenible. Una flota de barcos más ecológica es crucial para tener unos océanos más limpios porque reduce la contaminación del aire y del agua, mitiga el cambio climático, protege los ecosistemas marinos y la biodiversidad, y apoya a las comunidades y economías costeras sostenibles.
El transporte marítimo desempeña un papel esencial en la economía y es uno de los modos de transporte más eficientes en términos energéticos. Sin embargo, es responsable de alrededor del 3% de las emisiones globales causadas por actividades humanas.
Si bien ha estado progresando en su viaje hacia la descarbonización, los nuevos objetivos ambiciosos de la Organización Marítima Internacional (OMI) y los reguladores han elevado las apuestas. Por ejemplo, la industria se ha comprometido a alcanzar emisiones netas cercanas a cero para alrededor de 2050, y a hacer la transición hacia combustibles alternativos o con emisiones de GEI cercanas a cero para 2030. Hay que tener en cuenta que las empresas navieras no pueden alcanzar los objetivos por sí solas, por ello necesitarán aumentar rápidamente los niveles de inversión, innovación y colaboración.
Alcanzar estos objetivos requerirá una combinación de estrategias, incluyendo medidas para mejorar la eficiencia energética, la adopción de combustibles alternativos, diseños innovadores de barcos y métodos de propulsión. Es importante que, en este punto, el sector asegurador apoye a la industria mientras experimenta con biocombustibles, amoníaco, metanol e hidrógeno verde, así como con barcos eléctricos y sistemas de propulsión asistidos por viento como velas alares, rotores y foils.
Potencialmente, la industria se dirige hacia un futuro de múltiples combustibles. El desafío para las aseguradoras es que aún no sabemos cuál será el impacto de estos combustibles alternativos, ya que tenemos pocos datos históricos de su aplicación. Por ejemplo, puede haber problemas de seguridad con los operadores de terminales y las tripulaciones de los buques que manejan combustibles alternativos (ya que pueden ser tóxicos o altamente explosivos).
El aumento de la capacidad de los astilleros también será clave a medida que la demanda de buques ecológicos se acelera. Actualmente, esta capacidad está restringida con largos tiempos de espera y altos precios de construcción. Se deben construir o renovar más de 3.500 buques anualmente hasta 2050, y hay que tener en cuenta que el número de astilleros se redujo a más de la mitad entre 2007 y 2022.
Por concluir, la descarbonización no es solo un desafío en términos de inversión de capital, también se necesitan personas capacitadas y con habilidades para operar en este nuevo entorno marítimo. Convertir el transporte marítimo en más ecológico es el mayor desafío al que se enfrenta el sector. La industria tardó, pero ahora ha asumido el desafío de alcanzar emisiones netas cero y ha reconocido la urgencia de la situación. Entre todos, debemos apoyar esta transición clave.