
Con un Gobierno acorralado y apabullado por sus pactos contra la Constitución y contra España, por los múltiples casos de presunta corrupción en el partido, el Ejecutivo y el entorno familiar del presidente, su desidia ante el gravísimo problema de la emigración o el caos ferroviario y su incapacidad e incompetencia legislativa, con el añadido de sus agresiones a la separación de poderes, la falta de apoyos para aprobar los Presupuestos y una recesión silenciosa en la economía con 12,7 millones de personas, el 26,5% de la población en riesgo de pobreza o exclusión social, cifra nunca alcanzada desde el inicio de la Transición, comienza un nuevo curso político en el que lo único que se puede afirmar es que será un curso en que viviremos peligrosamente.
Un curso que el gobierno con su presidente al frente, como los malos estudiantes, inician con todas las asignaturas pendientes y sin ningún propósito de enmienda. Antes al contrario, con nuevas y graves manchas en el expediente. Y con este panorama y estas urgencias son muchos los que se preguntan, ¿dónde está o qué hace el PP aparte de declaraciones a la contra y siempre a remolque de la agenda y los pasos del Gobierno?
Cierto que Alberto Núñez Feijóo ha estado convaleciente de una operación de desprendimiento de retina, pero los dirigentes de guardia apenas han tenido otra respuesta que el rechazo verbal y la crítica fácil frente a los escándalos, los desafueros y las negligencias del sanchismo gobernante, que no solo no han desaparecido, sino que se han agravado con el verano.
La investigación judicial sobre la presunta corrupción en los negocios y el tráfico de influencias de la esposa del presidente, las informaciones sobre los ingresos y las irregularidades fiscales del hermanísimo, la reactivación de los casos Koldo y Tito Berni, los problemas en las infraestructuras ferroviarias, la oleada de pateras que no cesa, la desprotección de las mujeres por las chapuceras leyes Trans y del Sí es Sí, descalabro que se repite ahora en el atentado contra los trabajadores por la Ley de Paridad que facilita el despido de los empleados que se acojan al permiso de cinco días por cuidado de un familiar o a una adaptación de jornada. Además del acoso a los jueces del Supremo, el esperpento y posible connivencia en la fuga de Puigdemont, o la tibieza del Gobierno ante el pucherazo y la represión del tirano Maduro en Venezuela, con el añadió del silencio cómplice de Rodríguez Zapatero.
Es toda una relación de los muchos desaguisados y conflictos pendientes que tienen contra las cuerdas al que se autocalifica como el Gobierno más social y feminista de la historia, ante los que el PP no sólo ha tardado demasiado en pedir la reunión de la Comisión Permanente del Congreso, sino que aplazaba a septiembre la reunión con sus barones para hacer un frente común, mientras criticaba las vacaciones del presidente del Gobierno, por cierto, con declaraciones desde la piscina.
En un país amenazado por la colonización y desprestigio institucional, el deterioro de la calidad democrática, la degradación de la solidaridad y la igualdad entre sus habitantes y regiones, por los atentados contra su integridad territorial, la recesión silenciosa de la economía, y el empobrecimiento general de sus ciudadanos, es donde se mide la calidad y de la oposición y su capacidad de alternativa. Una oposición inteligente, ágil, contundente, firme, unitaria y con propuestas, pero sobre todo con estrategia definida de comunicación, imagen y sensibilización social, algo de lo que tradicionalmente han carecido, y parece siguen careciendo en el PP.
Pues eso, otro curso al borde del abismo en el que el PP con todo su inmenso poder territorial podría estar perdiendo, una vez más, el control de los tiempos y el relato. Con Vox dividiendo el voto del centroderecha y ejerciendo de tonto útil del sanchismo y un curso en el que quiénes siguen pensando en una legislatura corta pueden ir asimilando ese "perded toda esperanza", que en la Divina Comedia situaba Dante a las puertas del Infierno. Sus socios no le van a dejar caer porque sólo con Sánchez pueden conseguir sus objetivos.