
Un planeta más sostenible necesita mucha más electricidad y fuentes limpias. Mil millones de personas carecen de acceso a la red eléctrica y hay que invertir en la red, microrredes y sistemas solares domésticos para los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU. Además, para lograr la transición hacia las energías limpias es clave modernizar las redes eléctricas y construir nuevas "inteligentes". Para ello son esenciales las empresas de servicios públicos, junto con las que proporcionan tecnologías y equipos, lo que incluye semiconductores avanzados.
Efectivamente, la eliminación gradual de los combustibles fósiles requiere un aumento masivo de la electricidad a partir de fuentes renovables. Pero las redes de transporte de energía de productores a consumidores no están preparadas. Son complejas, compuestas por centrales eléctricas, líneas de transmisión e infraestructuras de distribución. Se construyeron cuando las fuentes de energía centralizadas, principalmente carbón y gas, proporcionaban un flujo unidireccional a los puntos de consumo. Su flexibilidad limitada para acoger las tecnologías renovables y los cambios en la distribución.
La financiación gubernamental de las redes ha crecido con su complejidad. Se estima que en 2023 se invirtieron 310.000 millones de dólares en redes eléctricas en el mundo, 5 % más que el año anterior, sólo después la inversión en la electrificación del transporte y en energías renovables. El mayor inversor, EEUU, aportó 87.000 millones de dólares, sobre todo para aumentar su resiliencia frente a amenazas medioambientales y para mejorar la distribución. China contribuyó con más de 79.000 millones de dólares, incluyendo financiación para integrar grandes grupos de energía renovable en la red. Aun así, la inversión del sector público en redes energéticas tendrá que casi duplicarse hasta 2030 para alcanzar cero emisiones netas de CO2 en 2050, según la Agencia Internacional de la Energía. La situación es más compleja en las economías avanzadas, donde 50% de las redes eléctricas tiene más de 20 años. En economías emergentes la falta de inversión ha sido un obstáculo histórico, pero la integración de sus proyectos renovables puede verse facilitado con la creación de las nuevas infraestructuras.
Hay que tener en cuenta que la electrificación de las industrias y el transporte con difusión de fuentes renovables como eólica y solar, requiere un alto gasto. Pero las redes "inteligentes" pueden reducir la necesidad de una nueva y costosa infraestructura. Efectivamente, en una red "inteligente" los componentes de generación, almacenamiento y suministro de electricidad están distribuidos geográficamente en lugar de estar concentrados en unas pocas grandes centrales eléctricas. Así que la red "inteligente" es especialmente útil para distribuir energía a áreas remotas, así como para gestionar fuentes de energía intermitentes como solar y eólica, pues permite cambiar a otras cuando estas no están disponibles. Incluso pueden cambiar a las fuentes de energía más rentables en tiempo real en función de la dinámica de precios. Gracias a esta flexibilidad, las redes "inteligentes" pueden proteger las fuentes de energía de las consecuencias del cambio climático, cambiando a otras fuentes si una está dañada o no puede funcionar en condiciones meteorológicas adversas. Incluso puede optimizar las fuentes de energía para cada condición meteorológica y adaptarse en tiempo real a la oferta y demanda de electricidad, minimizando los costes y mejorando la estabilidad y fiabilidad de la red. Para ello requieren de sensores sofisticados, automatización y distribución bidireccional.
Ahora bien, las redes inteligentes dependen de grandes cantidades de datos, con riesgos de ciberseguridad. En los últimos años ha habido ataques cibernéticos de alto nivel a infraestructuras cruciales, con robo de energía y apagones persistentes. De manera que el aumento de la seguridad requerirá nuevas medidas de detección y protección, así como regulación de protección de datos. Otro desafío es la necesidad de una reforma regulatoria que facilite la correspondiente inversión, pues actualmente la mayor parte de las redes, fragmentadas en generación, almacenamiento y transmisión, son supervisadas por diferentes organismos reguladores. Además, las redes no están optimizadas para favorecer las fuentes de energía de menores emisiones de carbono. En la actualidad, las autoridades de la mayoría de los países europeos aplican el principio del orden de llegada para conceder acceso a la red y muchos proyectos sostenibles se han suspendido a pesar de ser más viables y rentables. La adopción de un modelo basado en que el principio de el "primero listo, primero conectado" ayudaría a acelerar el despliegue de muchos proyectos renovables.