Opinión

Radicalización y economía en las últimas elecciones de la Unión Europea

  • No nos engañemos: los comicios que más influirán en la UE se celebran en noviembre en EEUU
  • Hay razones para el enfado cuando casi todos los salarios han perdido poder adquisitivo

En general, en unas elecciones se elige, directa o indirectamente, un gobierno. Por esa razón, las elecciones europeas tienen una participación inferior a los demás comicios, no sólo en España, sino en todos los países. Es cierto que el Parlamento Europeo tiene algunas competencias legislativas y tiene algo que decir en la elección del ejecutivo comunitario, la Comisión Europea. Pero, además de que las competencias no son completas, los resultados, a nivel de toda Europa, tendrían que cambiar sustancialmente para que los cambios directos sean perceptibles.

Pero, incluso así, en las democracias los votos cuentan. Por eso, los efectos indirectos de estas elecciones sí que son relevantes. Por una parte, hay un giro a la derecha en Europa, y eso incluye un avance, también de la derecha más conservadora y radical. Esto no parece que vaya a afectar, al menos de forma importante, a la composición de la Comisión, y lo más probable es que repita Von der Leyen como presidenta. Sin embargo, el efecto indirecto más relevante es la convocatoria de elecciones parlamentarias anticipadas en Francia, ante la victoria en las elecciones europeas del Frente Nacional de Marine Le Pen.

Aunque el partido de Le Pen ya no propone la salida de Francia del euro, una eventual victoria de este partido tendría efectos, en principio, desestabilizadores. La apuesta de Macron, disolviendo la Asamblea Nacional, ante los malos resultados de su partido, es de altísimo riesgo. En principio, lo más probable es que el partido ganador en las elecciones europeas gane, al menos en primera vuelta, las elecciones en los diferentes distritos. En Francia hay segunda vuelta, pero podría ocurrir, perfectamente, que en muchos distritos el segundo clasificado fuese un candidato de la extrema izquierda de Melenchon, ahora agrupada en el Frente Popular.

Además, en una lección que se suele olvidar en política, para bien o para mal, los demás también juegan. Así, el presidente de los conservadores rompió el cordón sanitario de los conservadores franceses con el Reagrupamiento Nacional (antiguo Frente Nacional) de Le Pen, pactando una coalición. Inmediatamente después, fue expulsado de su propio partido. Está por ver qué harán los votantes. La segunda vuelta puede dar lugar a una alianza de moderados para parar a los extremos, o no, pero para eso primero hace falta un candidato no extremista en segunda vuelta.

Aun así, no nos engañemos, las elecciones que más influirán en Europa se celebrarán "el primer martes después del primer lunes de noviembre" en Estados Unidos. Siempre nos afectan las elecciones en Estados Unidos, pero ahora tenemos una guerra en las fronteras europeas, en Ucrania, país que depende, para seguir existiendo, del apoyo económico y militar de Occidente, fundamentalmente de Estados Unidos. Una victoria de Trump condicionaría la ayuda militar norteamericana. De hecho, simplemente su influencia en algunos líderes republicanos de la Cámara de Representantes ha retrasado esta ayuda durante muchos meses. Ahora mismo, las encuestas dan un virtual empate técnico, pero hay que recordar que hace ocho años, Trump obtuvo la presidencia, con una clara victoria en el Colegio Electoral, perdiendo claramente en voto electoral frente a Hillary Clinton.

Todo esto no sólo tiene consecuencias geoestratégicas y militares, sino que se refleja ahora, y en el futuro en la economía. Por una parte, el euro se ha depreciado frente al dólar. Por otra parte, también están volviendo unas viejas conocidas, las primas de riesgo. Efectivamente, ahora el riesgo de fragmentación del euro es muchísimo menor que en la gran crisis financiera. Sin embargo, en toda Europa, como en general en el mundo, seguimos con los coletazos de la crisis inflacionaria. Esto ha supuesto que los Bancos Centrales han tenido que subir los tipos de interés. Muy recientemente, el Banco Central Europeo (BCE) ha rebajado los tipos de interés en un cuarto de punto, pero la propia presidenta Christine Lagarde ya ha advertido que los tipos seguirán altos y que no cree que haya más rebajas en bastante tiempo.

Además de subir los tipos, tanto el BCE como la Reserva Federal han ido reduciendo sus balances, reduciendo los préstamos a los bancos y no renovando, parcialmente, la deuda pública que habían comprado cuando los títulos iban venciendo. Esto en Europa es más complicado que en Estados Unidos porque hay títulos de deuda emitidos por cada país. En estas condiciones, el margen que tiene el BCE para que no se disparen las primas de riesgo es más limitado. Para eso hay que recomprar títulos de ese país. Para eso, caben dos alternativas, inyectar liquidez, que perjudica la lucha contra la inflación, o vender títulos de otro, lo que es cargar el ajuste al contribuyente de otro Estado.

Por esa razón, especialmente en tiempos de turbulencias, el voto, y aún más la influencia en el BCE siguen siendo muy relevantes para los intereses nacionales. En ese sentido, irónicamente, lo que menos se suele valorar de un gobernador, que es su influencia en Fráncfort, es probablemente lo que más afecta a los ciudadanos. Ahora mismo, España no tiene voto mientras el gobierno no nombre a un nuevo gobernador. Quizás lo más relevante fuese seguir el consejo de la presidenta del BCE de "nombrar a un nuevo gobernador que aporte tanto como Hernández de Cos", que acaba de cesar al cumplir su mandato.

Para concluir este análisis, claro que hay razones económicas en el malestar de muchos ciudadanos, en España y en Europa. Estamos saliendo de una crisis inflacionaria. Pero, aunque ahora los precios ya no aumenten tanto, casi todos los salarios han perdido poder adquisitivo. Además, en diversos grados según los países, el IRPF no se ha ajustado a la inflación. La vivienda ha subido de precio, y los alquileres aún más. Y en el caso de las hipotecas a tipo variable, los intereses han subido. La inflación causa dolor y las políticas para frenarla siempre suponen un sacrificio. Todo esto ha afectado especialmente a los jóvenes. Precisamente por eso, el voto a las opciones más extremas es muy superior entre los jóvenes.

Nada de esto tiene solución fácil, y uno puede pensar que se podía haber hecho peor, pero lo que desde luego no soluciona nada es ignorarlo, y quejarse de la radicalización y de que los jóvenes se han vuelto anti-sistema… aunque sólo sea porque, en una democracia, al final, todos los votos cuentan.

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