Opinión

El pleno empleo no es una quimera

  • España necesita estabilidad y lealtad entre los agentes sociales y las distintas instituciones

Que un Primero de Mayo tenga como reivindicación principal el pleno empleo es un buen síntoma. Lo es porque tal exigencia no está hecha desde el voluntarismo o la irrealidad. En opinión de CCOO, España está en condiciones de afrontar este desafío en los próximos años, si se hacen bien las cosas.

Nuestro país ha afrontado en menos de un lustro dos crisis consecutivas, una provocada por la pandemia y otra por el fuerte alza de precios, aplicando recetas socio laborales sensiblemente distintas a las habituales ante crisis precedentes. En lugar de facilitar el despido, precarizar la contratación y devaluar los salarios más bajos, se mantuvo el empleo a través de una gran intervención pública (los ERTE), se ha estabilizado notablemente la contratación tras la reforma laboral y se ha aumentado el SMI más de un 50%.

En la actualidad, en lugar del escenario catastrófico que muchos pronosticaban, nuestro país tiene los niveles de empleo más altos de nuestra historia y ha corregido en buena medida el problema crónico de nuestro modelo laboral, que era el uso abusivo de la contratación temporal. Pero esta realidad no puede dar pie a la autosatisfacción. Todo lo contrario. Tiene que reforzar la exigencia. En nuestro país siguen siendo muy comunes las situaciones de bajos salarios, distintos modos de precariedad y explotación, millones de personas que no llegan a fin de mes. Pero no es menos cierto que partimos de un mejor campo base que en otros momentos históricos, en los que las salidas de las crisis se resolvían con auténticas sangrías de empleo.

No obstante, la posibilidad de mejorar la cantidad y calidad del empleo no está tan relacionado con lo acontecido como con lo que puede acontecer. El modelo de competitividad de la economía española desde los procesos de industrialización de la segunda parte del siglo pasado, se basaron en ventajas comparativas indeseables. Los bajos salarios, la baja fiscalidad y la precariedad laboral, conformaban un modelo pensado para una economía de medio-bajo valor añadido, con escasa base industrial, y el desarrollo de sectores intensivos en mano de obra pero de escasa productividad, marcados por la estacionalidad.

Es el momento de cambiar este patrón de país. La transición desde el modelo energético fósil -petróleo, gas, carbón- a uno donde las energías renovables van a ir ganando peso, no es solo necesario desde el punto de vista de la sostenibilidad del planeta, o forzado por la situación geoestratégica del mundo. Es una oportunidad para un país como el nuestro, cuya debilidad por la dependencia de recursos escasos (los combustibles fósiles), puede corregirse por nuestra excelente posición a la hora de generar energía y electricidad basada en un modelo en el que sí podemos ser una potencia de generación (sol, agua, viento, hidrógeno verde…).

Esta oportunidad debe aprovecharse no solo para producir y derivar energía a otros países de nuestro entorno, sino para atraer inversión. Ahí cobra todo su sentido la reivindicación de este Primero de Mayo.

También es preciso recuperar y fortalecer el papel de los servicios públicos. La sanidad, la educación y el sistema público de pensiones, construyen el verdadero armazón que define si optamos por construir una sociedad o una jungla. Además, queremos poner especial énfasis en los cuidados. En una sociedad envejecida y con una baja tasa de natalidad, el cuidado de las personas mayores, dependientes y menores, es clave. Las brechas de desigualdad entre hombres y mujeres se explican ante todo por la feminización de los cuidados en el ámbito familiar.

España tiene que abordar estos retos desde el fortalecimiento de la democracia, hoy puesta en solfa por las dinámicas políticas impulsadas desde buena parte de los poderes retardatarios de nuestro país. En la economía, en la judicatura, en los medios de comunicación o en la política, hay no pocos poderes que siguen sin asumir la actual mayoría parlamentaria surgida de los últimos procesos electorales que derivaron en un gobierno de coalición. España necesita estabilidad y lealtad entre los agentes sociales y las distintas instituciones. Porque el futuro está lleno de incertidumbres, de inestabilidades globales, pero también de oportunidades que solo se pueden concebir como caminos para mejorar las condiciones de trabajo y de vida de la mayoría social y la clase trabajadora.

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