
Telefónica es una compañía de oportunidades, pero pocas veces se materializan tanto como en mi caso y mucho tiene que ver con el perfil de gestión y de acierto de sus responsables. Comencé a trabajar en 1980 en la compañía de telecomunicaciones y he tenido la suerte de hacerlo con seis presidentes: Salvador Sánchez Teherán, Luis Solana, Cándido Velázquez, Juan Villalonga, César Alierta y José María Alvarez-Pallete.
Sin duda todos han dejado una profunda huella en Telefónica y han puesto su granito de arena para construir una compañía que es una parte relevante de la economía de España y porque no decirlo mundial. Y todos y cada uno de estos grandes directivos me han ayudado a ser mejor profesional, pero sin duda alguna Alierta es el que ha rellenado más páginas del libro de mi vida.
César, como le gustaba que le llamaran, para mí ha sido un ejemplo en lo profesional y el que ha ido más lejos al frente de Telefónica. Mientras que Juan Villalonga nos hizo ver el potencial de nuestra industria y el valor para captarlo, Alierta consiguió materializar todos esos sueños. En su larga etapa de gestor, casi 16 años, construimos una empresa multinacional de primer nivel, tomamos la posición que nos correspondía en Latinoamérica y en Europa desarrollamos una operadora envidia de nuestros rivales. Pero no solo Latam y Europa fueron su terreno de juego, Alierta tuvo claro que el futuro estaba en Asia y fue uno de los pocos empresarios mundiales que logro una participación significativa en uno de los operadores más relevantes, China Unicom, socio estratégico de Telefónica durante más de una década, con la que llegó a establecer un intercambio de acciones valorado en más de 1.000 millones de euros.
Su sueño, nuestro sueño, del que nos hacía participe, se iba cumpliendo poco a poco. Nos había enamorado y contagiado de su espíritu indomable, de su visión de liderazgo, de su grandeza, de su valentía y de su carácter. Telefónica era una de las operadoras más relevantes del mundo, y eso lo habíamos conseguido unos españolitos.
Y no fue todo un camino de rosas hasta llegar a esa posición de privilegio. Precisamente otra de las virtudes que caracterizaban a Cesar, y que más me impresionaba, era su capacidad para levantarse ante los problemas y buscar soluciones. Siempre tenía en su cabeza un plan b para salir de las dificultades.
Un buen ejemplo fue cuando se dio cuenta, con esa visión estratégica que le caracterizaba, que el negocio tradicional disminuía el ritmo de crecimiento y tuvo la valentía de adelantarse a todo el sector, creando una unidad digital con el cometido de desarrollar nuevos servicios más allá de la conectividad. Era la semilla de los nuevos servicios Digitales que hoy forman parte de nuestra vida cotidiana: Cloud, Inteligencia Artificial o Ciberseguridad, conceptos que poco a poco cambiaron nuestra forma de ver las telecomunicaciones tradicionales.
Lo mismo hizo con su apuesta decidida por construir en España una de las mayores redes de comunicaciones del mundo con una inversión sin precedentes que incluso tuvo que salvar las dudas internas de directivos de la propia organización. Sin embargo, César vio en el despliegue de fibra el elemento clave para que Telefónica tomara el liderazgo en la nueva generación de redes ultrarápidas a las que dotaba de inteligencia. Una decisión arriesgada que ejecutamos desde Telefónica de España y de cuyo único mérito Alierta es el gran responsable.
Otro rasgo relevante de su personalidad era la capacidad para comunicar y llegar a las personas. En cualquier convención o reunión de directivos marcaba la diferencia y nos ilusionaba para afrontar unos retos que se nos antojaban cada vez más complejos. Era tal su liderazgo, su visión, su convicción, que como grupo nos hizo liderar y definir las reglas de juego de todo el sector a nivel mundial durante décadas.
Y si admirable fue su labor como ejecutivo en la empresa más relevante de este país, todavía más admirable fue su labor para impulsar a España como nación. Defensor de la industria y la economía española como pocos, lideró el Consejo Empresarial para la Competitividad, herramienta fundamental para sacar a nuestra economía de la depresión económica que padecimos del 2008 al 2014.
Alierta demostró ser unos de los mejores líderes empresariales que ha dado España. Su valentía y ambición, lo complementaba con una experiencia y conocimiento de la economía que le convirtieron en un personaje único difícil de sustituir.
César se ha ido, pero ha dejado un legado difícil de olvidar, tanto en lo profesional como en lo personal. Como ya he escrito, construyó el proyecto más relevante de nuestra economía entorno a Telefónica y el sector de las telecomunicaciones, y en lo personal nos dejó a muchos marcados como ejemplo de comportamiento, humanidad, generosidad y entrega. Nos hizo mejores personas y profesionales. César no es historia, es y será presente de hacia dónde debemos mirar para continuar siendo dueños de nuestro destino.
César era de Aragón, de España, de Europa, del Mundo, un personaje universal ¡Viva, César Alierta!