
Una de cada tres empresas cosechó pérdidas en el segundo trimestre, según el último informe publicado por el Banco de España. Un porcentaje que supera en 4,4 puntos al de 2019, año previo a la pandemia.
Este dato revela que la recuperación post-Covid solo puede ser calificada de incompleta para buena parte del tejido empresarial y desmonta también el discurso triunfalista del Ejecutivo respecto al impulso de la economía española. Muy al contrario, las cifras evidencian que muchas firmas aún no pueden dar carpetazo a la crisis del Covid y la generada por la inflación. Con todo, lo peor es que la manifiesta debilidad de nuestro tejido productivo no tiene visos de mejorar en los meses venideros. A ello contribuirá la persistencia del endurecimiento de la política monetaria en la eurozona, que el propio BCE ha confirmando al anticipar que mantendrá los tipos de interés en los niveles actuales durante tiempo para embridar los precios. Esto podría encarecer aún más los costes de financiación para las compañías, tras alcanzar el 4,36% en el segundo trimestre del año, su mayor valor desde 2008. Por si fuera poco la desaceleración de la economía prevista para los próximos meses también jugará en contra de los intereses de las empresas, confirmando que el presente ejercicio también supondrá un reto para muchos negocios. Un escenario difícil para un tejido productivo que ya está dando síntomas de debilidad y que podría complicarse aún más por la intención del Ejecutivo de seguir impulsando la carga fiscal de las empresas, mediante la reforma de Sociedades y la subida de las cotizaciones sociales. Unas alzas impositivas que impedirán la recuperación completa de muchas empresas y que irá en contra de la creación de empleo.