Opinión

Depresión otoñal

  • Francisco J. Tato es decano del Colegio de Economistas de Sevilla y presidente del Consejo Andaluz de Colegios de Economistas

Es llegar el otoño y gran parte de los que nos rodean empiezan a padecer cierta depresión por dejar atrás los días largos y calurosos del verano, para dar paso a una época en la que los días pasan a ser cortos, lluviosos y fríos, lo que conlleva siempre cierta bajada de ánimo que nos hace sentirnos deprimidos, cansados y apáticos.

Pues algo parecido pasa en economía, que no olvidemos que no es una ciencia exacta, sino una ciencia social que trata de explicar el comportamiento humano para satisfacer sus necesidades y mantener el estado del bienestar en un entorno de escasez de recursos, dado que éstos son siempre finitos, no infinitos como algunos puedan pensar.

En definitiva, economía y comportamiento humano van siempre de la mano y así cada otoño, saltan a la palestra malos augurios en el ámbito económico. Sin ir más lejos, el año pasado por estas fechas, gran parte de los economistas auguraban que España, y por ende Andalucía, entrarían en recesión. Algunos, y testimonio en prensa escrita hay de ello, augurábamos, con acierto, que no entraríamos en recesión y en mi caso apoyado en dos circunstancias principalmente, de una parte que España aún no había alcanzado los niveles de PIB previos a la pandemia, y era evidente que debía seguir creciendo porque había estructura económica para ello, y de otra parte que el ahorro de las familias, que son las que tiran del consumo, había alcanzado en la pandemia cifras récord, había un ahorro embalsamado que tenía que aflorar, como así ha sucedido.

No obstante ahora, en este otoño, las circunstancias son algo diferentes, ninguno de los apoyos mencionados anteriormente los tenemos en este momento. De una parte, nuestro PIB no ha parado de crecer, si bien ahora muestra síntomas evidentes de agotamiento y por otra parte, el ahorro de las familias se ha ido evaporando paulatinamente para mantener nuestro nivel de vida durante todo este periodo, en que nos ha estado castigando cruelmente la inflación.

A esos apoyos que ya no tenemos, hay que añadir ahora algunos aspectos negativos que gravitan sobre nuestra economía. En primer lugar la recesión en que se encuentra inmersa la economía alemana, motor de la unión europea y que afecta de lleno a nuestro país por las importantes relaciones económicas que mantenemos con ellos.

En segundo lugar, el PIB del tercer trimestre en EEUU que se ha disparado, y lo que pudiera ser una buena noticia, es posible se convierta en mala, dado que este crecimiento inesperado podría suponer también un repunte de la inflación y la consiguiente subida de tipos al otro lado del Atlántico, que podría arrastrar al Banco Central Europea a tomar una decisión similar.

En tercer lugar, la incertidumbre política tras el resultado del 23J que genera asimismo incertidumbre económica, en un año que debiera ser clave para la gestión de los fondos Next Generation en los que se ha de sustentar el crecimiento futuro de nuestra economía.

En cuarto lugar, la sequía que azota nuestro país y en especial a nuestra Comunidad, que está afectando de manera significativa a uno de los motores de la economía andaluza, como es el sector agroalimentario.

Finalmente el conflicto desatado entre Israel y Gaza, cuyas consecuencias son muy difíciles de valorar en este momento, si bien, es innegable que afectará al sector turístico, otro de los pilares de la economía andaluza. Y todo ello sin dejar atrás el problema de la inflación que aún no está controlado.

Barómetro

En este entorno, en el Barómetro del Colegio Profesional de Economistas que elaboramos en colaboración con la Universidad Loyola de Andalucía, auguramos para Andalucía un crecimiento del PIB en 2023 del 2,3% y para el 2024 del 1,4%. Lo que hace tiempo augurábamos que el 2023 sería un año de transición y ya el 2024 de despegue económico, estimamos no será así, e igualmente 2024 será un año de transición.

En lo que a la tasa de paro se refiere, la misma se situará en Andalucía en el 18,3% en 2023 y en el 17,8% en el 2024, cifran muy alejadas de España y nuestro entorno europeo y que nos debían sonrojar. Además observamos ese suelo infranqueable del 17%-18% del que no conseguimos bajar. E

n este ámbito, las medidas acordadas por el PSOE y Sumar de la reducción de la jornada laboral, no ayudaran a la deteriorada competitividad de nuestras empresas, generando a su vez desempleo, o empleo ficticio, pero esto daría para otro artículo.

Finalmente el IPC se situaría en Andalucía en el 4,1% en 2023 y en el 3% en 2024, cifras aún alejadas del óptimo.

Para concluir sólo pedir que llueva, que tengamos un Gobierno en breve sólido en lo económico, que ayude a las empresas a crear empleo y riqueza y que termine el conflicto de Gaza. Con toda rotundidad la economía comenzará a fluir con fuerza tan pronto como todo esto acontezca.

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