Aena resolverá el próximo martes el concurso para la renovación de su servicio de asistencia en tierra, conocido como handling. Una adjudicación que ha despertado un elevado interés tanto en España como en el extranjero. De hecho se han presentado 17 empresas tanto nacionales como internacionales.
Algo comprensible si se tiene en cuenta que es el mayor concurso de estas características del mundo, dado que se van a renovar 41 licencias para los 43 aeropuertos y los dos helipuertos de la red para un período de siete años, con un valor estimado de unos 5.000 millones. Sin duda es positivo que España siga mostrándose atractiva para el capital extranjero.
El problema es que entre los finalistas al handling de Aena también se encuentran algunas firmas internacionales, con fondos asiáticos y árabes detrás, que han presentado propuestas con descuentos que alcanzan entre el 40% y el 50% respecto al presupuesto base de licitación. En el pasado y en sectores tan diversos como infraestructuras, transporte o sanidad se ha demostrado que lo barato al final sale más caro. De hecho, los ejemplos de obras públicas adjudicadas solo por su bajo precio que, posteriormente, han generado retrasos e importantes sobrecostes se pueden contar por decenas.
En este contexto es comprensible el temor que existe en el sector aéreo en el caso de que la oferta económica sea la clave para decidir el concurso, ya que pondría en riesgo tanto la calidad del servicio que se ofrece a los viajeros como el empleo que puede generarse. Es conveniente, por tanto, que Aena evite todos estos riesgos que están siempre asociados a las también conocidas como bajas temerarias y en su elección del ganador prime también la calidad técnica de la oferta, aunque eso conlleve un mayor precio.