
El Banco de España dibuja en su informe trimestral un panorama preocupante respecto al déficit público en los próximos años. En concreto, la entidad presidida por Pablo Hernández de Cos estima que nuestro país cerrará el presente ejercicio en el 3,7% para caer al 3,4% en 2024. Pero proyecta un alza de los números rojos hasta el 4,1% para 2025.
Los motivos de ello estarán en los menores ingresos que las arcas públicas recibirán por la caída de la inflación y por el fin de los gravámenes temporales (impuestazos a banca y energéticas por ejemplo). No cabe llevarse a sorpresas por este análisis. Muy al contrario, el Banco de España venía avisando desde hace meses que el nivel histórico de ingresos estaba sustentado en estos dos parches cuyos efectos eran coyunturales.
El problema es que el Gobierno no ha dibujado una hoja de ruta de racionalización del gasto para paliar la reducción de los ingresos. Además, la imposibilidad de elaborar nuevos presupuestos para el próximo año impide corregir este problema. Todo ello llega también en un momento en el Europa está debatiendo las condiciones para el retorno a la disciplina fiscal en el próximo ejercicio.
Sin duda, el alza de déficit que dibuja el Banco de España puede comprometer los objetivos que marque Bruselas. Con todo, lo más peligroso es que la persistencia de los desequilibrios públicos coincide con la subida de tipos en la eurozona, que encarece la financiación, castigando especialmente a los país con un alto volumen de deuda, como es el caso de España. A ello debe sumarse también la alta sensibilidad que los mercados muestran con los desequilibrios públicos, que puede disparar las primas de riesgo en cualquier momento, que es lo que le ocurrió el pasado año a Reino Unido.