Era el título de una telenovela de los años 70. No les puedo decir de que iba porque les aseguro que no la vi nunca, pero el mensaje estaba claro: el dinero no da la felicidad. Y el público objetivo también lo estaba: los que no tenían dinero. Era una especie de premio de consolación.
En cambio, en lo que se refiere a la gestión de las grandes fortunas, hay mucho de cierto en que una buena rentabilidad no está en absoluto garantizada por contar con un alto patrimonio (y tampoco la tranquilidad, visto el mercado persa en el que se ha convertido la banca privada)
Pero vayamos a la rentabilidad. De acuerdo con un estudio realizado a nivel global por la consultora Capgemini, los patrimonios de más de 1 millón de dólares tienen actualmente el mayor nivel de liquidez de los últimos 20 años: un 34 %. Y sólo tienen en renta variable un 23 % de la cartera. El nivel más bajo de los últimos 21 años.
Mientras tanto, desde el mes de octubre hasta hoy el índice bursátil más importante del mundo, el SP 500, ha subido más de un 20 %. El Eurostoxx 50 ha incrementado su valor en un 32 % - situándose a las puertas de máximos históricos -, el Nikkei sube un 30 % en el mismo periodo, al igual que el Nasdaq. El MSCI World ha subido un 24 %. Conclusión: en los últimos nueve meses, los "ricos" se han perdido el 77 % de la subida bursátil, ya que sólo tienen un 23 % de la cartera en renta variable. Insisto: el posicionamiento más bajo en 20 años.
Pensarán ustedes que lo compensarán por la vía de esas inversiones sofisticadas que, a cambio de altas comisiones, se ofrecen en exclusiva a las grandes fortunas (a grandes fortunas, grandes comisiones). Pero en la mayoría de los casos esa compensación no se está produciendo. De acuerdo con la información que ofrece el mercado de futuros de Chicago, la posición neta de los fondos de gestión alternativa nunca había sido tan bajista desde el año 2007. Los "hedge funds" están tan o más bajistas que en 2010 o durante la pandemia, que ya es decir.
Estar "bajista" no significa solo estar fuera del mercado. Estar bajista implica perder si el mercado sube, ya que cuando un fondo de gestión alternativa está "corto" significa que apuesta contra el mercado. Gana cuando baja, pierde cuando sube.
Así que "los ricos", o al menos la mayoría de ellos, no solo están asumiendo un alto coste de oportunidad, sino que algunos también están perdiendo cada vez que suben las bolsas. Eso sí: en productos muy sofisticados.
No me interpreten mal. En este negocio nos equivocamos todos y, de hecho, el mejor es el que de diez decisiones acierta en siete (y sabe retirarse a tiempo de las tres que no debió de tomar nunca). Pero hay cosas que no tienen mucha justificación cuando se supone que la entidad que te asesora o gestiona tu dinero tiene recursos para contar con los mejores profesionales.
Lo primero que no tiene justificación en un buen profesional es dejarse llevar por lo que dicen las redes y los medios de comunicación. Que los "influencers" vendan miedo para llamar la atención y generar seguidores es lógico: de eso va su negocio. Y los medios de comunicación saben que lo que vende son las malas noticias. Pero los profesionales de la inversión tenemos que estar mucho más al dato que al relato.
Primer dato: la inflación lleva meses bajando. En EE.UU. primero, en Europa después. Y si el año pasado bonos y acciones cayeron a plomo porque se disparó la inflación, si la inflación baja, el mercado lógicamente sube. Segundo dato: la llegada de la inteligencia artificial a la economía. Será más o menos importante, pero en cualquier caso supondrá un importante incremento de la productividad en todo tipo de empresas. Y un gran negocio para determinadas tecnológicas. Perderse totalmente la subida del NASDAQ o del SP 500 cuando llega algo económicamente tan importante no es de recibo, cuando hablamos de entidades que se venden como la "creme de la creme".
La realidad es bien distinta. El talento no tiene porque estar asociado a la moqueta y el cariñito. Tampoco al tamaño. Las grandes fortunas deberían de empezar a valorar más los resultados, la calidad del asesoramiento y, muy importante: la independencia de dicho asesoramiento. Porque las grandes fortunas también son objeto de colocación de productos en función de las comisiones que dejan dichos productos a la entidad. Gran parte de la banca privada sigue viviendo de la retrocesión de comisiones ("incentivos").
Al final, escuchas a los clientes que llegan de la banca privada y te cuentan las mismas "cuitas" que los minoristas. La única diferencia es que les invitan a jugar al golf. Eso sí: les sale carísimo.