
El pasado 12 de mayo, como cada año, se reconoció la labor que desempeñan las pequeñas y medianas empresas de Europa. Únicamente en España, 1,3 millones de pymes aportan el 65% del PIB y el 75% de los puestos de trabajo, es decir, son el verdadero sustento de la economía española.
Desafortunadamente, el ciclo de vida de nuestras pymes sigue siendo corto. Según el último informe de crecimiento empresarial de Cepyme, cada año más del 9% de las empresas activas en España desaparecen y solo la mitad siguen vivas tres años después de su creación. De hecho, la esperanza de vida de una empresa en España es de 10,7 años, muy por debajo de los 17,3 años de media de la Unión Europea. Pero además, las que sobreviven pueden alcanzar la estabilidad, pero difícilmente consiguen la escalabilidad.
Eso es algo que sí pasa en países europeos como Alemania, donde las pymes consiguen más a menudo alcanzar tamaños mayores y emplear a decenas, incluso centenares, de personas. La media de asalariados por pyme en España es de 4,8, mientras que la media de la Unión Europea se sitúa en 6 y Alemania alcanza los 12. Mucho camino por recorrer.
Lo cierto es que la Ley Crea y Crece y la Ley de Startups, aprobadas a finales de 2022, son dos avances significativos que dan nuevas herramientas a las empresas para nacer y crecer fuertes, pero aún hay cierta sensación de desamparo. El miedo al fracaso es el principal obstáculo que ven los españoles a la hora de emprender, según señala el informe "Global Entrepreneurship Monitor", una conclusión que se repite desde hace varios años en este estudio. Es más, nuestro país lidera el ranking de personas con intención de crear una empresa que viven con este temor, con un 64 % de la población frente al 47 % de la media mundial.
Tampoco ayuda el momento convulso que vivimos, provocado por una inflación acusada, un endurecimiento de los costes de financiación e incertidumbres en el sector financiero. Pero no podemos usar eso como excusa, ya que se trata de una situación general en todos los países occidentales y España, precisamente, está pudiendo capear este temporal mejor que otros.
Soluciones. Todos los agentes que conformamos el ecosistema bancario hemos de asumir que facilitar las trabas burocráticas y administrativas del 99,8% del tejido empresarial es parte de nuestra propuesta de valor. Soy de la opinión que los nuevos actores digitales ya estamos, de hecho, ayudando a cambiar esta realidad, pero necesitamos que las instituciones y las leyes nos acompañen y acaben con la posición privilegiada de una banca tradicional que lleva años avanzando a paso de tortuga en la adaptación de sus soluciones a la realidad digital.
Gracias al estrecho trato que mi equipo y yo mantenemos con las pymes y los emprendedores, tenemos la oportunidad de conocer de primera mano sus inquietudes y preocupaciones. Lo que reclaman es menos trabas burocráticas, más facilidades para crecer y asumir riesgos, y más digitalización. ¿La razón? Porque sus principales problemas residen en la falta de tiempo, el control de gastos o los dolores de cabeza derivados de la contabilidad, entre otros.
A largo plazo ganarán aquellas entidades financieras que ofrezcan precios claros y justos, una atención al cliente impecable y un producto digital de máxima calidad, con soluciones transversales y en constante evolución. Por esa razón, en los últimos años Qonto ha lanzado decenas de nuevas funcionalidades para ayudar a las pymes a cobrar facturas de forma automática, delegar tareas a los managers de la empresa o automatizar el reembolso de gastos de los empleados, entre otras. Nuevos servicios cuyo valor añadido reside en la digitalización y, por consecuencia, en la reducción de trabas burocráticas a la mínima expresión.
Tenemos las herramientas, contamos con los recursos, es el momento de apoyar de la forma que mejor sabemos a las pymes y seguir acompañándolas en su reto diario: generar riqueza y empleo.