
Cuando el presidente ejecutivo y el consejero delegado de una empresa mantienen un enfrentamiento abierto como el que existe ahora en Mediaset, con declaraciones incluso públicas en los medios de comunicación, solo hay una solución posible: la salida de uno de ellos.
Y todo indica que Borja Prado puede tener las horas contadas en Mediaset porque la propietaria del grupo audiovisual, la familia Berlusconi, pese a haber cedido ya con la retirada de la parrilla de Sálvame, no está dispuesta a renunciar a los beneficios económicos que le ha reportado hasta ahora un determinado modelo de televisión. Prado, que quiere mantener una línea editorial mucho más política y alejada de la telebsaura, se está quedando cada vez más solo.