Las normativas para controlar los precios del alquiler se han demostrado ineficaces en los distintos países de Europa que han apostado por intervenir el mercado para frenar el encarecimiento de los pisos. Pero no hace falta irse tan lejos para ver el fracaso de este tipo de normas. En Cataluña, donde hace algo más de dos años la Generalitat aprobó una regulación que tenía como finalidad contener los precios, la realidad ha sido bien distinta. Además de reducirse notablemente el stock de viviendas en renta y caer un 10% el número de contratos firmados, el precio de los pisos en alquiler ha subido un 19,8% en cuatro años, lo que hace que los inquilinos en la capital catalana paguen el precio más elevado del país a la hora de arrendar un inmueble.