Opinión

Francia en el columpio y España también

Emmanuel Macron, presidente de Francia

Quien esto escribe tiene una especial deuda con Francia, pues fue allí, en París y en su Universidad (Sorbona), donde hice dos másteres -después de mi licenciatura en Bilbao- y también obtuve allí un doctorado. Todo lo hice con una generosa beca que cubría vivienda, matrículas y además proporcionaba una generosa paga mensual. Era entonces presidente de la República el General De Gaulle, personaje histórico que siempre me pareció admirable.

Ver es estos tiempos las calles francesas incendiadas por manos de la muchedumbre me produce gran preocupación. La economía francesa genera tasas de paro mucho menores que la española (la tasa de paro francesa se sitúa en un 7,2%, la española en el 12,9%), pero aun así la francesa es el doble que la observada en Estados Unidos o Gran Bretaña. En principio, la economía francesa podría disponer de espacio para un consenso nacional sobre la sostenibilidad del sistema de pensiones público. Pero no es el caso.

La economía española no tiene la fortaleza de Francia para crear empleo; sin embargo tiene una tasa de sustitución (primera pensión/último salario) del 80%, frente al 50% en Francia.

Los hermanos Herce (José Antonio y Miguel Ángel) acaban de publicar un artículo donde puede leerse:

"En todo caso, ya sea en España o en Francia, la crisis de sus sistemas de pensiones públicas es una tendencia a largo plazo. Una de estas tendencias es el inmisericorde aumento de la esperanza de vida de las respectivas poblaciones. Inmisericorde desde el punto de vista de financiar vidas más largas, pues por lo demás la creciente esperanza de vida nos parece muy bien. La otra tendencia es el desplome de la natalidad. Cómo calificar este desplome es complicado. Por un lado, si la economía va a seguir siendo improductiva, generando malos empleos, una mayor natalidad es como seguir apostando a un caballo perdedor en el hipódromo".

Una solución no traumática para las pensiones consistiría en aumentar el empleo y los salarios y que esos aumentos fueran notables. Sería incluso posible una tasa de sustitución más reducida que, al ser los salarios mejores, permitiría no tener que reducir el monto de la pensión media.

Los Herce también atacan otro problema, esta vez exclusivamente demográfico, que está detrás de muchos otros y también de las pensiones: la bajísima fecundidad en que europeos y especialmente los españoles estamos sumidos. Los autores citados han escrito al respecto:

"No es de extrañar que las sociedades ricas quieran tener cada vez menos hijos, pero eso tiene graves inconvenientes, pues la tasa de envejecimiento, que depende casi exclusivamente de la fecundidad, está disparada en España".

La situación demográfica en España da miedo e intentar que la fecundidad aumente exigiría políticas difíciles y complejas.

¿Y la inmigración? Sería un alivio, sin duda, pero con el bajo nivel educativo y profesional de los vienen…

Son desoladoras las noticias constantes de muertes en el Mediterráneo, el rechazo y la división que provocan en sectores de muchos países europeos, la explotación a la que se ven sometidos por empleadores sin escrúpulos, y las pésimas políticas de integración. Lo dicho: desolador.

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