
La caída del Silicon Valley Bank (SVB) castigó a las bolsas en la sesión de ayer, hasta el punto de que Europa perdió sus soportes claves, situados en los 15.180 puntos del DAX y los 4.170 del EuroStoxx. Esto supone el fin de la tendencia alcista que la renta variable mostraba desde el arranque del año y abre la puerta a una corrección hasta los 3.900 puntos del índice de referencia del Viejo Continente en el peor de los casos, lo que borraría las ganancias logradas desde octubre. Con todo, ningún analista atisba un desplome mayor de los mercados. Muy al contrario animan a volver a apostar por las bolsas una vez alcanzado el ya citado suelo. Esto se debe a que la quiebra del banco californiano está muy lejos de poder desatar una crisis como la que se produjo en 2008, tras la caída de Lehman Brothers. Independientemente de que se trata de entidades con un tamaño muy diferente (SVB es tan sólo la decimosexta entidad de EEUU), la clave está en que al contrario que con Lehman, el riesgo de que lo ocurrido con SVB se traslade a otros bancos de EEUU o extranjeros es prácticamente nulo. Ello se debe a que SVB es un banco diferente por su fuerte exposición a empresas ligadas al sector tecnológico y startups y su quiebra se produce por poner a precio de mercado una elevada cartera de deuda, que ha caído por el alza de tipos de la Fed. En cambio, la crisis de Lehman se originó por la creación de productos hipotecarios de escaso o nulo valor que se vendieron entre todo el sector financiero. Por este motivo, el colapso de SVB sólo debe verse como un susto que en ningún caso compromete la sostenibilidad de la banca. Más aún en el caso de la española, que carece de activos tecnológicos susceptibles de ser contaminados.