Opinión

¿Funcionan las sanciones contra Rusia?

Según las estimaciones del Banco Mundial, la economía rusa se contrajo un 4,5% en 2022 y seguirá contrayéndose un 3,6% en 2023. No es habitual que una economía se contraiga consecutivamente durante dos años. Incluso Ucrania, que experimentó una contracción del 35% en 2022, se prevé que crezca en 2023. Por lo tanto, basándose en estas cifras, no es exacto decir que la economía rusa no se ha resentido.

Sin embargo, las últimas previsiones del FMI muestran un panorama mucho mejor, con una contracción menor en 2022 y un crecimiento positivo para 2023. Los datos procedentes de Rusia ya no son fiables, por lo que no está claro cuál ha sido el alcance del golpe económico. Sin embargo, podemos decir que si la intención de las sanciones era aplastar su economía y aislar a Rusia del compromiso mundial, esto no ha sucedido. Tres razones lo explican.

La mayor parte de las exportaciones rusas de energía no han sido sancionadas. Esto se debe a que la UE, el importador de energía más importante para Rusia, no sancionó las importaciones rusas de energía para no comprometer esta capacidad de satisfacer sus demandas energéticas. Por lo tanto, en la mayor parte de 2022, sólo alrededor del 8% del valor de las exportaciones de energía rusa fue objeto de sanciones, todas ellas por parte de terceros países. Dado también el enorme aumento de los precios de la energía, los ingresos del petróleo y el gas representaron el 45% del presupuesto del gobierno ruso.

En segundo lugar, una política económica eficaz impidió la caída libre de la economía. El gobierno proporcionó un apoyo equivalente al 3% del PIB en prestaciones sociales, exenciones fiscales, subvenciones para préstamos y mediante el aumento del salario mínimo. Esto no difiere de las ayudas concedidas en los países de la UE para hacer frente a la crisis energética. También un aumento del consumo público para compensar la gran caída de la inversión y el consumo privado. Al mismo tiempo, una intervención muy rápida y considerable del Banco Central ruso estabilizó el tipo de cambio (aunque en cantidades considerablemente inferiores a las negociadas) y proporcionó liquidez al sistema bancario. Esto impidió que la crisis económica se convirtiera en una crisis financiera que habría metido a la economía en una espiral negativa autoalimentada. En conjunto, estas medidas consiguieron proteger la renta per cápita y evitar que aumentaran los índices de pobreza.

La tercera razón tiene que ver con el hecho de que gran parte del mundo no condena a Rusia por su agresión contra Ucrania. En términos de población, esto supone el 59% del total mundial, que o es neutral o respalda la agresión rusa. Esto es de gran importancia porque indica que muchos en todo el mundo no están necesariamente dispuestos a aislar a Rusia ayudando a aplicar sanciones y a detener los lazos económicos con Rusia.

A medida que avanzamos, un cambio importante que marcará la diferencia en los ingresos rusos es que la UE ya ha impuesto sanciones al petróleo. Esto significa que el 40% del valor de exportación de la energía rusa estará sometido a sanciones en 2023. La UE aún no ha sancionado el gas, pero las cantidades que importa de Rusia han disminuido considerablemente. En las primeras semanas de 2023, la UE importó aproximadamente el 20% de lo que importó en 2022. Otros países, en particular India, Turquía y China, han intervenido para comprar energía rusa. Sin embargo, no han conseguido sustituir totalmente las cantidades vendidas a la UE.

Además, aunque siguen siendo elevados, los precios también serán menores que el año pasado, dadas las medidas políticas aplicadas y las fuentes alternativas encontradas. Además, los compradores de energía rusa de terceros países pagan mucho menos que la UE. Las menores cantidades vendidas y a precios más reducidos implican que los ingresos rusos serán mucho menores este año.

Dos importantes cambios estructurales que se están produciendo actualmente significan también que lo que parece ser la resistencia de la economía rusa es artificial y no sostenible. Más del 80% de las multinacionales estadounidenses y de la UE han abandonado o suspendido sus actividades en Rusia. La reactivación no será posible sin un cambio claro del clima político y, desde luego, no lo será mientras sigan en vigor las sanciones. Estados Unidos y la UE no revertirán fácilmente sus políticas de sanciones. Pero quizá el cambio más importante sea que, al dejar tan al descubierto la dependencia de la UE de los combustibles fósiles, la agresión rusa ha acelerado la transición energética y no sólo en la UE. El modelo económico ruso depende totalmente de una industria que se extinguirá. No hay indicios de que Rusia esté pensando en cómo será su economía el día después.

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