
Todo es cuestión de perspectiva. Por un lado, las malas noticias deslumbran a la mayoría de los inversores; por otro, continúa el sigiloso goteo de datos económicos positivos. Esta brecha cada vez mayor entre el sentimiento inversor deprimido y unos indicadores al alza debería dar pie al tipo de sorpresa positiva que tan bien sienta a las bolsas, y que impulsaría su ansiada recuperación. Analicemos esos hechos ocultos pero halagüeños que no tardarán en espolear la renta variable mundial y, con ella, el Ibex 35.
Después de todos los contratiempos de 2022, seguramente, esta reacción le parezca demasiado optimista, pero, como ya comenté en agosto, no es extraño que alrededor de los mínimos del mercado bajista mundial cunda el "pesimismo de la desconfianza".
Según este sentimiento generalizado actualmente, los inversores se centran exclusivamente en las malas noticias: el índice de Sentix sobre expectativas económicas para la zona euro presenta unos datos poco positivos en líneas generales. En Reino Unido y EEUU, las encuestas revelan que este se encuentra cerca de sus mínimos históricos. Además, la encuesta de gestores de fondos de Bank of America de noviembre reveló que el 77% de los consultados esperaba una recesión.
Sin embargo, para concebir la realidad correctamente, hay que dejar a un lado estas emociones negativas. Para empezar, en cuanto a la inflación, la rápida subida de los precios vino motivada, en gran medida, por los trastornos a escala mundial en las cadenas de suministros, pero estos ya están remitiendo. A finales de 2019, el índice Global Supply Chain Pressure de la Fed de Nueva York se situaba en 0,01, por lo que no suscitaba problema alguno; en diciembre de 2021 llegó a 4,3 debido a las secuelas de los confinamientos que tuvieron lugar durante la pandemia; y, muy lejos de ese máximo, su valor actual es de 1,0.
Los índices PMI revelan asimismo que se ha aliviado la presión sobre los precios de los factores de producción. De hecho, los datos relativos al índice PMI del sector manufacturero del S&P Global para España y EEUU desvelaron que el aumento de los costes de producción había sido el más lento en dos años.
Los datos de PIB o de concesión de préstamos impiden prever una cercana recesión global
Esta acelerada adaptación de las cadenas de suministro genera otra sorpresa positiva: la realidad energética en Europa es mejor de lo que se esperaba, lo que explica en buena parte el enfriamiento del IPC de España y de la zona euro en el mes de noviembre. Tras los boicots emprendidos por la invasión rusa a Ucrania, las cadenas de suministro no tardaron en reorganizarse. India y China han adquirido petróleo ruso con descuentos, liberando una parte de la oferta para Europa. Esto debilita la eficacia de las sanciones (y de los topes a los precios), pero favorece la dinámica de la oferta y la demanda. Tan es así que, en el tercer trimestre, la oferta mundial de petróleo superó a la demanda y, fruto de ello, los precios cayeron un 35,8% desde su máximo de marzo en dólares. Con respecto a los temores en torno al gas, los depósitos de la UE se llenaron antes de lo previsto; la demanda se ha reducido en el conjunto de la Unión, con un descenso del 20% en España con respecto a la media de los últimos cinco años. El primer gasoducto nuevo en décadas empezó a transportar gas natural de Noruega al centro de Europa en octubre y, actualmente, funciona a pleno rendimiento; en España, la sobreoferta de gas licuado en las terminales portuarias provocó retrasos en octubre. Pese a todo, la prensa resta importancia a estas noticias y utiliza el argumento "vale, pero el año que viene será peor": otro signo del clásico pesimismo de la desconfianza.
Entretanto, el crecimiento del PIB de la zona euro en el tercer trimestre superó las expectativas, con un 0,8% anualizado; en España aumentó al 0,9%; en EEUU invirtió su tendencia negativa para situarse en el 2,9%; en China, el crecimiento fue del 3,9% interanual, lo que supone un fuerte aumento con respecto al 0,4% registrado durante el segundo trimestre; el de Japón se contrajo, debido, en gran parte, a la debilidad del yen, que alteró los precios de las importaciones, pero la flexibilización de las restricciones de viaje augura una recuperación en el cuarto trimestre. Aun así, los rumores sobre la recesión crecen.
Con todo, la recesión no parece estar cerca. ¿Qué nos hace pensar así? La concesión de préstamos mantiene su solidez en todo el mundo, lo cual es incompatible con una recesión profunda, ya que, generalmente, las empresas y los hogares dedican el capital prestado a elevar su gasto. Desde marzo, el crecimiento mundial de los préstamos se ha acelerado mes a mes y alcanzó el 9,3% interanual en septiembre. En EEUU alcanzó el 12% en la semana del 23 de noviembre y en la zona euro, los préstamos a empresas no financieras aumentaron un 8,3% interanual en octubre, frente al 1,1% del año anterior. Lejos de ser una casualidad, esta tendencia se basa en los fundamentales económicos. La abundancia de depósitos en efectivo se traduce en unos costes de financiación muy bajos para los bancos. El rendimiento medio de las cuentas de ahorro en EEUU es de un escaso 0,2%. Por su parte, el alza de los tipos a escala mundial impulsa los ingresos por los nuevos préstamos concedidos. Esa mayor rentabilidad incentiva, a su vez, la firma de más préstamos.
Además, persisten otros factores positivos, como los viajes. La continuada reapertura de la economía mundial no ha dado todos sus frutos este año, pero en octubre los viajes en avión se dispararon un 44,6%, alcanzando el 74,2% de los niveles prepandémicos.
A esos aspectos positivos ignorados hay que sumarle la certidumbre política tras las elecciones de mitad de mandato estadounidenses, un importante catalizador del mercado internacional del que ya he hablado en ocasiones anteriores. La mayoría obtenida por los republicanos en la Cámara de Representantes ha afianzado una situación de bloqueo que repercute de forma positiva en el entorno bursátil. Los mercados son reacios a las medidas controvertidas de gran calado que siembran el panorama de más interrogantes, los cuales se disipan hasta 2024 gracias al bloqueo político, conque entrará en juego otro factor alcista. No crea que los motivos para el optimismo seguirán ocultos eternamente y présteles atención antes de que la niebla se disipe.