Opinión

Lecturas de un profesional CFA: Las mayores burbujas bursátiles de la historia

  • Reseña de 'Boom and Bust: A Global History of Financial Bubbles'
Imagen: iStock.

La euforia que vivieron los mercados bursátiles en los años 2020 y 2021 no se ha repetido durante el 2022. Unas políticas monetarias mucho más restrictivas por parte de los Bancos Centrales de todo el mundo, junto con un panorama económico más incierto, han producido que lo que varios inversores han calificado como una de las superburbujas más destacadas de la historia esté llegando a su fin.

Las burbujas financieras siempre han despertado la imaginación del público, tanto por la capacidad de crear riquezas de la noche a la mañana como por el grado de estupidez que generan una vez vistas en perspectiva. Sin embargo, su poca recurrencia nos plantea varias preguntas. ¿Hay patrones comunes de una burbuja a otra? ¿Por qué se producen? ¿Tienen algún efecto positivo una vez pinchan, o solo generan destrucción económica y miseria? Y, por último, ¿son más comunes ahora que hace dos siglos?

Estas preguntas y otras pretenden ser respondidas por William Quinn y John Turner, ambos profesores en la Queen's University de Belfast, en su libro publicado en 2020 y titulado Boom and Bust: A Global History of Financial Bubbles, en donde los autores presentan un análisis forense de las principales burbujas financieras de los últimos tres siglos. A diferencia de otros libros que han tratado este tema (como la clásica obra de Kindleberger Manías, Pánicos y Cracs), el relato que nos ofrecen Quinn y Turner es mucho más detallado, concentrándose en unos pocos episodios de especulación extrema, y con un foco especial en las burbujas relacionadas con los mercados bursátiles.

Las burbujas que documenta el libro en profundidad son muy variadas, tanto en tiempo (siendo las primeras de hace tres siglos) como en espacio. Para los autores, el primer criterio que debe satisfacer una burbuja financiera es que el incremento del precio del activo haya sido del 100% o más en menos de tres años, seguido por una caída de al menos del 50% en los tres años posteriores. En segundo lugar, dicho aumento tiene que haber ido acompañado de una euforia inversora y haberse trasladado a los mercados de valores (este criterio provoca que, por ejemplo, la burbuja inmobiliaria de los países nórdicos de la década de 1980 no la contemplen, al faltar un incremento proporcional en las bolsas de esos países). Con estos criterios, las burbujas que cubre el libro son: la Burbuja del Misisipi (1719-20), la de los Mares del Sur (1719-20), la primera burbuja de los mercados emergentes (1824-26), la de los ferrocarriles (1844-46), la de la tierra en Australia (1886-93), la de las bicicletas en Reino Unido (1895-98), el Crack del 29 en EEUU, la japonesa (1985-92), la de las puntocom (1995-2001), la de las hipotecas basura (2003-10) y, finalmente, las de las acciones chinas en 2007 y en 2015. 

En vez de utilizar el esquema tradicional de si las burbujas son fruto de la irracionalidad o no, los autores prefieren verlas desde otra perspectiva. Para ellos, la aparición de una burbuja va ligada a tres factores: la liquidez de la clase de activo en cuestión, la abundancia de crédito y, finalmente, si hay euforia especuladora entre el público.

El primero de los factores, la liquidez del activo, considerado en el libro como "el oxígeno para que se produzca el boom", es generalmente olvidado en las discusiones sobre burbujas, pero es fundamental a la hora de democratizar la inversión, ya que permite que los activos puedan comprarse y vender con facilidad. Por ejemplo, las compañías de canales de Reino Unido de la década de 1790 no vivieron incrementos exponenciales de precio debido a las altas denominaciones de los precios de sus acciones, mientras que las acciones de las compañías de ferrocarriles de Reino Unido de la década de 1840, que vivieron una de las mayores burbujas del siglo XIX, se podían adquirir por cantidades modestas. Para ver la importancia de la liquidez en contexto, el precio medio de una acción de las compañías de canales costaba 271 libras en 1825, mientras que para muchas compañías ferroviarias los precios eran de 10, cantidades razonables si tenemos en cuenta que un trabajador medio de la época podía ganar 50 libras al año, mientras que un profesor podía alcanzar las 70.

Aunque los tres ingredientes anteriormente mencionados están presentes en toda burbuja, la "mecha" que enciende todo el proceso suele venir dada o bien por innovaciones tecnológicas o por determinadas políticas gubernamentales.

Aunque son bien conocidos los casos de la radio y de internet como tecnologías disruptivas que propiciaron respectivas burbujas bursátiles, menos conocido es el caso de las bicicletas en Reino Unido en la década de 1890. Aunque las bicicletas se habían creado a principios del siglo XIX, no fue hasta la década de 1880 que empezaron a representar una opción de transporte seria. Anteriormente, las bicicletas tenían una pobre suspensión (estaban hechas de madera y hierro forjado) y, al no tener cadenas, precisaban de una rueda enorme para facilitar el desplazamiento (los famosos biciclos). Los avances de esa década (como el invento del neumático con cámara por parte de John Dunlop, la introducción de cadenas o la de aceros sin soldadura) permitieron extender el uso de la bicicleta, resultando en la creación de numerosas compañías dedicadas a su fabricación.

La euforia de la nueva tecnología propició que, entre diciembre de 1895 y mayo de 1896, un índice compuesto por dichas compañías subiese un 258%, aunque se desinfló rápidamente, perdiendo todas las ganancias iniciales, estando en 1900 un 20% por debajo de los niveles de enero de 1890.

Por otra parte, las burbujas provocadas por políticas gubernamentales, aunque se conocen menos normalmente, también tienen un papel preponderante en el libro. Desde las burbujas del Misisipi y de los Mares del Sur, hasta la burbuja china de acciones de la década pasada, los gobiernos han tenido incentivos en mejorar la liquidez y promover incrementos en los precios de las acciones para justificar algún fin a corto plazo. En el caso de los gobiernos francés e inglés, reducir las elevadas deudas gubernamentales de aquella época, y en el caso del Partido Comunista, ayudar al proceso parcial de privatización de las empresas estatales. 

Aunque el libro se acabó de escribir antes del 2020, los autores creen que estos años han estado dominados por la burbuja de las criptomonedas (una nueva tecnología), y que las lecciones y patrones de las burbujas antes mencionadas son igualmente aplicables en este caso. Como mencionan los autores, la principal conclusión del libro que deberían extraer los inversores es que "deben actuar como inspectores de seguridad contra incendios, examinando cada situación para ver si los tres elementos de las burbujas están presentes y buscando por catalizadores tecnológicos o políticos […] Los tres elementos de las burbujas han estado arruinando inversores desde 1720. Para que no lo olvidemos". 

Javier Lopez Bernardo, PhD., CFA, es miembro de CFA Society Spain.

Ficha técnica

Título: Boom and Bust: A Global History of Financial Bubbles.

Autores: William Quinn, John Turner.

Editorial: Cambridge University Press, 2020, pp.296, tapa dura.

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