
Las tecnologías de automatización digital del sector primario ofrecen posibilidades de mejorar la productividad y la resiliencia de los sistemas alimentarios, abordando al mismo tiempo los problemas relacionados con la sostenibilidad ambiental causados por la mecanización en el pasado.
El nuevo informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, El estado mundial de la agricultura y la alimentación 2022 examina 27 estudios de casos para desglosar los argumentos a favor de la adopción de tecnologías de automatización digital en diferentes sistemas de producción agraria de todo el mundo, a la vez que señala varios obstáculos que impiden su adopción inclusiva, especialmente por los pequeños productores y las microempresas, como el bajo nivel de alfabetización digital y la falta de infraestructura de apoyo, o la conectividad y el acceso a la electricidad en el entorno rural, junto con otras limitaciones de tipo financiero.
El Internet de las cosas, por ejemplo, nos permite ahorrar agua y otros insumos. Los enjambres de pequeños robots, que ya son económicamente viables en determinadas circunstancias, permiten reducir el uso de plaguicidas y herbicidas y optimizar el uso de otros recursos y del suelo.
Pero, al mismo tiempo, existe el riesgo de agravar las desigualdades si estos progresos siguen siendo inaccesibles para los pequeños productores y otros grupos como los jóvenes y las mujeres.
Por ello, resulta fundamental invertir en infraestructura de apoyo (por ejemplo acceso a fibra óptica como la base para el acceso inclusivo al internet), mapas de suelos digitales de alta resolución que los pequeños productores puedan ver a través de sus teléfonos, y mejorar el acceso a los servicios rurales (por ejemplo, financiación, seguros, educación) a fin de garantizar el acceso a estas tecnologías y a generar el capital humano necesario para trabajar con estas tecnologías. Es esencial que la automatización sea neutral a la escala (es decir que los pequeños también puedan acceder) y ahí es donde el rol de los gobiernos en proveer bienes públicos que faciliten esto es central.
Por otro lado, hay que destacar que las repercusiones de la automatización agraria en el empleo varían en función del contexto. En situaciones de aumento de los salarios y escasez de mano de obra, como en España, la automatización puede beneficiar tanto a los empleadores como a los trabajadores del sector agrícola y de los sistemas agroalimentarios más amplios, creando oportunidades para los trabajadores jóvenes cualificados.
En conclusión, las tecnologías de automatización digital, si se ajustan a las necesidades locales, y son neutrales a escala, pueden producir beneficios para la economía en su conjunto, ofreciendo un gran potencial para lograr mayor eficiencia, productividad, sostenibilidad y resiliencia. No obstante, se requieren inversiones inclusivas, que atiendan a los productores, fabricantes y proveedores de servicios, a fin de seguir desarrollando las tecnologías y adaptarlas a las necesidades de los usuarios finales.