Opinión

Quien con niños se acuesta...

Irene Montero, ministra de Igualdad

No sé cuánto le va a costar a Sánchez en las urnas su entrega a sus peligrosos compañeros de viaje, pero no creo que las leyes que ha conseguido aprobar con esos votos hayan sido bien recibidas por muchísimos votantes tradicionales del PSOE, más apegados, creo yo, al discurso y a las políticas socialdemócratas que los gobiernos de Felipe González llevaron a cabo (no siempre con éxito).

En los últimos años, primero dentro de una pandemia aterradora y luego ante una crisis económica evidente (inflación, encarecimiento del crédito, crisis industrial, etc.), el Gobierno de Sánchez parece empecinado en abrir brechas políticas en la sociedad española: indultos a los separatistas catalanes condenados por sedición y malversación por el Tribunal Supremo, Ley de memoria democrática… y las leyes ultrafeministas impuestas por su socias de Gobierno, las de Unidas Podemos (ley de solo sí es sí o la ley trans que se anuncia).

Es indudable que estamos ante un Gobierno contagiado de populismo, de cuya deriva el mayor responsable es Pedro Sánchez. Con Sánchez, el PSOE no sólo ha hecho descansar la gobernabilidad del país en las formaciones que tiene como objetivo la erosión de la convivencia, además ha adoptado su programa, su estilo y su discurso. Y el partido tiene hoy una estructura orgánica al servicio de un liderazgo personalista.

Ante esta situación, de la que Sánchez es el mayor responsable, el PSOE que yo he conocido no tiene, al parecer, nada que decir, pero es que los afiliados al PSOE no tienen dónde decir nada porque Sánchez y sus adláteres se encargaron de cargarse, en el congreso que siguió a su resurrección, todos los órganos intermedios (por ejemplo, el Comité Federal), dejando sólo vivos el líder y las bases. Es decir, que el líder puede hacer hoy lo que le dé la gana sin temor a que nadie le tosa.

Pero queridos socialistas, creo que ha llegado la hora de toser o el PSOE desaparecerá.

Me centraré, para concluir, en la ley llamada del sólo sí es sí, aunque su nombre real es Ley de Libertad Sexual. La intención de las reformistas era eliminar el delito de abuso sexual y redefinirlo como agresión sexual, pero al rebajar la condena máxima de agresión algunos de los ya condenados por agresión podrán pedir la correspondiente rebaja de la pena en su sentencia ya dictada.

Ah, pero una de las cosas que ha dicho la ministra Irene Montero es que esa disminución de las condenas se produce porque los jueces interpretan mal la Ley. Pero Montero no dice la verdad porque la pena que la ley establece para agresiones, sin agravamiento, llega a los 10 años. El homicidio tiene de 10 a 15 años y, por graves que sean los atentados contra la libertad sexual, ¿no es la vida un bien jurídico más importante?

La ley sube las penas que reciben los actos que ayer se consideraban abusos sexuales. Al quedar eliminado el abuso, todos son agresiones; vamos, que para estas sectarias un piropo insultante deber ser penado casi como si fuera una violación.

Y yo me pregunto qué hacen en el Gobierno de España estas señoras tan sectarias como ignorantes.

WhatsAppFacebookTwitterLinkedinBeloudBluesky