
El valor de los activos intangibles en la economía actual es imparable y no para de crecer. Se estima que las marcas, las patentes, el copyright o los secretos empresariales, junto a otros activos como el reconocimiento de la compañía o la fidelidad de la clientela, representan el 90% de todo el valor empresarial en el S&P 500.
Y estamos hablando del índice bursátil más importante de Estados Unidos y que engloba a las 500 empresas más grandes y con más liquidez del país.
Los derechos de propiedad intelectual, industrial y los secretos empresariales son activos inmateriales que tienen un valor estratégico y decisivo para las empresas que tratan de obtener ventajas competitivas frente a sus competidores, entrar en nuevos nichos de mercado, contribuir a crear una imagen contable más adecuada a la realidad y poseer un fondo de comercio ad hoc y claramente identificable.
En efecto, las empresas disponen de derechos de propiedad industrial e intelectual que, no solo deben ser protegidos para evitar usos indebidos por parte de terceros, sino también para ser explotados -directa o indirectamente- y obtener una rentabilidad de estos, a través de Licencias de uso, aportación en operaciones de desarrollo tecnológico, cesiones, etc.
Estos activos gozan de un valor económicamente cuantificable que se pone de manifiesto en distintas operaciones mercantiles:
1. Regalías: la determinación de los royalties aplicables a la hora de licenciar a terceros el uso y explotación de los intangibles está ligada a la valoración de los mismos y a los rendimientos futuros que puedan generar, ya sea en función de un importe fijo o de parámetros cuantificables (i.e.: ventas netas).
2. Aportaciones no dinerarias: en el ámbito mercantil, resulta posible hacer aportaciones a una sociedad no solamente de activos tangibles (aportaciones de equipo, dinero, bienes inmuebles), sino que también es posible aportar un activo intangible (i.e.: una tecnología concreta). En este caso, a la hora de aportar este tipo de activos como una contribución calificada como no dineraria, es interesante determinar su valor para saber cuánto porcentaje de participación se debe obtener sobre el total del capital social. Pensemos, por ejemplo, en las empresas tecnológicas, en las que el activo intangible es fundamental.
3. Garantías: los activos inmateriales pueden ofrecerse también como garantía real (hipoteca mobiliaria) de cualquier préstamo, lo que aseguraría el pago del importe concedido en caso de incumplimiento. Por poner un ejemplo: nuestra compañía ha intervenido recientemente en la valoración de unas carteras o portfolio de marcas que han servido en un caso como garantía frente a una deuda de la Seguridad Social y, en otro caso, para avalar un préstamo sindicado bancario.
4. Due Diligence: en determinadas operaciones es necesario llevar a cabo, antes de proceder a un proceso de adquisición o venta, auditorias legales comúnmente conocidas como due diligence, que lo que buscan es revisar la situación real de cualquier compañía en todas sus áreas (cargas, contingencias, pasivos ocultos…). Recientemente hemos intervenido en una due dilligence y en la valoración de los activos inmateriales de una empresa del sector químico para una inversión de más de 300 millones de euros
5. Modificaciones estructurales: teniendo en cuenta el apartado anterior, un proceso de due diligence suele tener como objetivo final cualquier alteración que afecte a la estructura patrimonial o personal de la sociedad, ya sea en forma de fusión, escisión (total, parcial o segregación), cesión global de activos y pasivos, entre otros. Por ello, la valoración de los intangibles corporativos aumenta aun más su relevancia en este tipo de casos, de manera que el importe total puede variar enormemente.
La valoración de intangibles es, por tanto, un elemento clave para facilitar estas y otras operaciones relevantes para la empresa, ya que determinar el valor que dicho activo puede proporcionar al interesado le permitirá competir en el mercado con las mayores garantías posibles.
Existen estándares y normas de valoración de intangibles generalmente admitidas en el mercado internacional. Pero a estas técnicas o métodos hay que unir un gran conocimiento de propiedad industrial e intelectual, pues la experiencia en protección, gestión y defensa de estos derechos se pone al servicio de una actividad en la que el conocimiento profundo de la naturaleza del activo a valorar supone un elemento clave.
La revolución de los intangibles está transformando el mundo empresarial. Es por ello que una correcta gestión de estos puede ayudar a optimizar la actividad de una compañía, mejorar su reputación y, sobre todo, a aumentar su valor y ponerlo en el lugar que le corresponde en el mercado.
Y en consecuencia con esta tendencia, los profesionales formados y especializados en la valoración de los intangibles son unos actores importantísimos en la mayor parte de la operaciones mercantiles.
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