
Los precios a ambos lados del Atlántico siguen sin dar tregua a pesar de las subidas de tipos de interés de los bancos centrales. Si hace poco más de dos semanas, el dato de IPC de septiembre en EEUU fue mayor de lo esperado por el mercado (8,2%), ahora es el europeo el que demuestra la persistencia del problema.
De hecho, la inflación ha vuelto a marcar otro récord histórico en la eurozona al situarse en el 10,7% en octubre, ocho décimas más que en septiembre. En cuanto a la tasa subyacente, que no pondera la volatilidad intrínseca de la energía y los alimentos frescos, escaló dos décimas hasta el 5%. Por si fuera poco, el índice mensual (que estudia cuánto han subido los precios de un mes a otro) se sitúa en el 1,5%, un porcentaje muy elevado que deja patente que la inflación sigue estando muy viva en la zona euro. Ello a pesar de que el BCE repitió la pasada semana la mayor subida de tipos de su historia con un nuevo aumento de 75 puntos básicos, que dejó la tasa de interés en el 2%. Salta a la vista que la persistencia de los altos precios aumenta la presión sobre los bancos centrales. De hecho, el mercado ya cree que la Fed llevará el precio del dinero más allá del 4,25%, que es cuando la propia entidad esperaba terminar con el ciclo de subidas de tipos. Asimismo, todo indica que la expectativa de los analistas de que el BCE aumentará el precio del dinero hasta el máximo del 2,75% para finales de 2023 se quedará corta ante la persistencia de la inflación.
Los tipos de interés abocados a subir más de lo previsto para luchar contra unos precios que están lejos de dar tregua
Un problema que obliga a los bancos centrales a ser aún más agresivos en la normalización monetaria a pesar de que, a corto plazo, las subidas enfriarán la actividad económica y contraerá la demanda, lo que aboca a que Europa incurra en una recesión técnica el próximo año.