
Iberdrola separa los cargos de presidente ejecutivo, que seguirá ostentando Ignacio Sánchez Galán, y de consejero delegado de la compañía, nombrando para este último a Armando Martínez, hasta ahora director general de Negocios.
La operación supone una cesión de poder dentro de la compañía por parte de Galán, que era un punto que los mercados llevaban demandando desde hace tiempo. Por ello, la decisión de separar los dos máximos cargos ejecutivos es a todas luces acertada, ya que supone un importante avance en buen gobierno corporativo, que es un aspecto cada vez más demandado por los accionistas. Pero también por grandes fondos e inversores internacionales. Sin duda, los títulos de Iberdrola serán los primeros beneficiados del cambio en la cúpula.