Opinión

Golpe reputacional para Grifols

La pandemia supuso un antes y un después en la evolución del negocio y en la cotización de Grifols. Si antes de la llegada del Covid todo eran parabienes, desde entonces la firma de hemoderivados acumulada un pérdida del 75% de su capitalización.

 Un desplome que se originó por la crisis sanitaria al impedir a Grifols recoger el plasma suficiente con el que mantener su crecimiento. No obstante, la principal razón que ha hundido la acción está en la monstruosa deuda de casi 9.000 millones que arrastra y que ha obligado al laboratorio a cambiar su cúpula con la incorporación de un presidente ajeno a la familia, Steven F. Mayer, que aterriza con la difícil misión de reducir el pasivo. Con este movimiento la empresa manda un mensaje al mercado con el objetivo de frenar su caída en bolsa. Una meta de por sí ya complicada, pero que se hace aún más cuesta arriba ante la irrupción de un nuevo frente judicial en EEUU. En concreto, Grifols afronta una demanda colectiva de un mínimo de 54.000 donantes de sangre en el estado de Ilinois por vulnerar, presuntamente, su privacidad en los centros de recolección. En caso de ser sancionada, la empresa afrontará multas que irán de 1.000 a 5.000 dólares por afectado. Pero más grave aún que el menoscabo económico es el golpe reputacional que Grifols sufrirá. Al contrario que en España, donde las donaciones se hacen por civismo o solidaridad, en EEUU se pagan, por lo que suponen un balón de oxígeno para los hogares más vulnerables.

A la crisis bursátil motivada por su deuda, el laboratorio suma ahora una demanda en EEUU, que dañará su imagen

Por ello, el mero hecho de que Grifols pueda haber perjudicado a este colectivo le granjeará un importante daño a su imagen corporativa, que es un aspecto que los inversores valoran cada día más a la hora de decidir sus apuestas bursátiles.

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