
El déficit estructural de España –aquel que hace referencia a los gastos fundamentales y permanentes que tiene que abordar una economía–, se aproxima al 5%, según los expertos consultados por elEconomista.
Un agujero de entre 50.000 y 60.000 millones, similar al previsto por el FMI para este año. Lejos de reducirse, el descubierto de las cuentas públicas se incrementará hasta 66.529 millones en 2025, según las previsiones del organismo internacional. Ello a pesar del compromiso adquirido por Moncloa con la Unión Europea de alcanzar en esa fecha la senda de estabilidad, por debajo del 3%. Parte de la responsabilidad en el aumento de la brecha entre los ingresos y los desembolsos será de los Presupuestos Generales de 2023, que confirman el aumento del gasto público impulsado por el Ejecutivo desde 2018. Un incremento que, además, no podrá ser compensado con una nueva recaudación récord el próximo año, como espera Hacienda. Así lo cree el gobernador del Banco de España Pablo Hernández de Cos que, con lógica, estima que el proceso de normalización monetaria contendrá los precios, lo que mermará los ingresos públicos. Un menoscabo al que también contribuirá el menor crecimiento económico previsto para el próximo ejercicio, lo que dificulta en gran medida la previsión de Moncloa de que la recaudación crezca un 7,6% más en 2023, hasta alcanzar 262.781 millones. Ante este riesgo,
El impulso del gasto y la menor recaudación aumentarán el desequilibrio que las cuentas públicas ya presentan
El Ejecutivo debería haber llevado a cabo medidas de ajuste. Más aún en un momento de agresivas subidas de tipos de interés, lo que encarece la financiación. Pero la única realidad es que el Gobierno sigue estirando el chicle del gasto para recuperar votos a costa de agravar el desequilibrio de las cuentas públicas.