
Nos enfrentamos a un último trimestre del año turbulento, la situación económica mundial es cada vez más complicada está afectándonos en nuestro día a día. ¿Es posible fijar el objetivo de ahorrar en una situación así? Sí, es posible, aunque no es nada sencillo. ¿Por qué nos suele costar tanto modificar un hábito?
1. Los humanos priorizamos el disfrute en el momento presente al disfrute futuro, no somos buenos valorando cómo de bien nos sentiremos en unos meses/ años si actuamos de una determinada forma. Por eso nos comemos un donut el segundo día de nuestra dieta, dejamos de ir al gimnasio en el mismo mes que nos apuntamos.
2. Cambiar un hábito implica tomar decisiones continuamente hasta que se convierte en parte de nuestra rutina.
3. El contexto en el que nos movemos también suele ser un lastre relevante que echa al traste nuestras buenas intenciones. Por mucho que, por ejemplo, gastando menos dinero en ropa, si nuestro círculo está continuamente comprando caeremos mucho más fácilmente en la tentación de seguir consumiendo.
¿Qué podemos hacer para tener éxito ahorrando en el contexto actual?
Hay diferentes métodos y consejos para ahorrar, pero una de las más extendidas y aceptadas es el método del 50/30/20, que consiste en destinar el 50% de los ingresos a gastos básicos tales como: vivienda, facturas, energía, alimentación… un 30% a gastos personales muy relacionados con ocio y aficiones y un 20% destinarlo a ahorrar. Es verdad que podemos vivir una situación financiera que nos impida ahorrar, pero en muchos casos algo podemos hacer, o si no, cuantas veces nos ha pasado que hemos tenido una subida de los ingresos y rápidamente hemos "adaptado" nuestros gastos y NO incrementado nuestro ahorro.
Argumentos racionales para empezar a ahorrar cuanto antes hay varios, como por ejemplo el tener un colchón para asumir imprevistos o las "cuestas" de los meses de septiembre y enero, o aprovechar el efecto del tipo de interés continuo, es decir, empezar a ahorrar antes para que los intereses generados por nuestro ahorro generen nuevos intereses, y por ello para conseguir un mismo patrimonio nos haya hecho falta unas aportaciones menores. Sin embargo, muchos de nosotros no somos 100% racionales, por ello es conveniente que una vez tomemos la decisión de ahorrar:
A. Para hacer más potente nuestra intención de ahorrar, nos pongamos metas reales de lo que queremos conseguir gracias a nuestro ahorro y las visualicemos, desde jubilarnos lo antes posible hasta dar la vuelta al mundo.
B. Abramos un producto de ahorro diferente de nuestra cuenta corriente habitual y automatizar una aportación mensual para que, "sin darnos cuenta", todos los meses vayamos ahorrando. Así nos evitamos la decisión de todos los meses aportar una cantidad a una hucha o producto de ahorro.
Por último, es recomendable dejarnos aconsejar por nuestra entidad financiera sobre las diferentes soluciones y productos de ahorro de las que disponen, para que nos ayuden a encontrar aquella que encaje mejor con nosotros.