
La bolsa europea profundizó ayer las caídas con las que comenzó la semana y perforó definitivamente sus principales soportes.
Así el EuroStoxx 50 se desplomó por debajo de los 3.450 puntos, mientras que el Dax alemán también dijo adiós a los 12.400 puntos. El Ibex, por su parte, no fue ajeno a esta debacle y con un descenso del 2,46% cayó por debajo de la cota de 7.765 puntos. La amenaza nuclear de Putin y la subida de tipos de la Fed de 75 puntos, que presiona al BCE, fueron la causa de que los niveles clave de las plazas europeas saltaran por los aires, lo que abre la puerta a caídas adicionales del 10%. Este mal desempeño de las bolsas refleja que los inversores ya no descuentan solo un escenario de recesión técnica, sino que anticipan un periodo de larga estanflación producida por la persistente inflación y el bajo crecimiento económico. Ante este panorama, es comprensible que la mitad de los analistas consultados por elEconomista consideren que la renta variable europea bajará más en la recta final del año. Con todo, un 28% de los expertos tiene una visión más esperanzadora y aún espera una remontada de la bolsa hasta diciembre por la falta de recortes en las previsiones de beneficio de las cotizadas. Un argumento que se antoja endeble para resistir el cóctel molotov que supone para la renta variable europea la inflación desbocada, la guerra y la normalización monetaria, pero que ya beneficia a la renta fija.
La pérdida de soportes aboca a las bolsas a caídas del 10% y provoca la fuga de inversores a los mercados de deuda
De hecho, el mayor atractivo de la deuda (con rentabilidades del 3,75% en el bono estadounidense a 10 años) está provocando también la huida de los inversores de las bolsas. No obstante, el ahorrador debe tener claro que los retornos que puede obtener por esta vía también están muy lejos de poder competir con el actual IPC.