
El ataque de lo políticamente correcto lo es sobre todos los azimuts sociales y, personalmente, el que a mí más me desasosiega es el que va contra nuestra lengua y que pretende imponer un llamado lenguaje inclusivo.
¿En qué consiste esta patraña? Pondré un ejemplo significativo: la Constitución Bolivariana de Venezuela. Lean, amables lectores, este trozo:
"Sólo los venezolanos y venezolanas por nacimiento y sin otra nacionalidad podrán ejercer los cargos de Presidente o Presidenta de la República, Vicepresidente Ejecutivo o Vicepresidenta Ejecutiva, Presidente o Presidenta y Vicepresidentes o Vicepresidentas de la Asamblea Nacional, magistrados o magistradas del Tribunal Supremo de Justicia, Presidente o Presidenta del Consejo Nacional Electoral, Procurador o Procuradora General de la República, Contralor o Contralora General de la República, Fiscal General de la República…"
Como se ve, un galimatías reiterativo e insufrible.
Pues bien, la Ley integral contra la violencia de género, impulsada por Zapatero, en su artículo 33 proscribe "el uso sexista del lenguaje". Lo cual produjo, como era de esperar, encontronazos con la Real Academia, que ya había protestado por la sustitución de "sexo" por "género" (una mala traducción del inglés), y el último de esos choques frontales lo protagonizó el catedrático y académico Ignacio Bosque, ponente de la nueva Gramática, cuando publicó Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer, un trabajo en el cual se critican las recomendaciones de las "guías de lenguaje no sexista".
Tras la citada ley surgieron como setas guías para ser utilizadas en lograr un lenguaje inclusivo, pero en ninguna de estas guías intervino ninguna lingüista. Al parecer, ni el léxico ni la morfología o la sintaxis interesaba nada a las guías. En pocas palabras: con un mínimo de sensibilidad y de sentido común, el sexismo puede evitarse sin tener que recurrir a los corsés que pretenden imponer las famosas guías.
El mismo Bosque añadía:
"Precisamente ahora que se trabaja para que el lenguaje de los textos jurídicos se acerque en alguna medida al español común, las propuestas para visibilizar a la mujer en el idioma parecen encaminarse en el sentido opuesto".
Tales disparates, asumidos, sin más, por lo partidos de izquierda no sólo van a ser rechazados por los especialistas del lenguaje. Por fin, las propias feministas empiezan a reaccionar en contra. En esa línea se ha publicado el libro Som dones, som lingüistes, som moltes i diem prou (Somos mujeres, somos lingüistas, somos muchas y decimos basta), coordinado por Carme Junyent, feminista, de 67 años y profesora de Lingüística en la Universidad de Barcelona. En el libro escriben 70 mujeres, casi todas ellas profesionales relevantes de la lengua.
Álex Grijelmo ha seleccionado algunos párrafos del libro:
"El lenguaje inclusivo es inviable en la literatura. Si lo usamos en un texto narrativo, la ideología pasa por delante del relato y la novela se convierte en ilegible".
"El lenguaje políticamente correcto es muchas veces gramaticalmente incorrecto. El debate sobre el sexismo en la lengua ha obviado el rigor científico".
"En algunas lenguas el género no marcado es el femenino, y no hay nada que demuestre que las mujeres resulten socialmente más visibles".
Creo que vamos "todos y todas" por el buen camino, acabemos con estas chorradas políticamente correctas.