Opinión

Los conflictos regresan a Europa

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El regreso de las protestas sociales es un síntoma de la nueva y preocupante dimensión que toma la crisis económica.

Las huelgas en Reino Unido, a la que recientemente se ha unido el paro de los estibadores, constituyen un síntoma de la nueva y preocupante dimensión que toma la crisis económica iniciada con la guerra de Ucrania. Es cierto que la alta inflación heredada de 2021 ya provocó protestas sociales antes del conflicto, como la huelga de los transportistas españoles de inicios de 2022 atestiguó. Ahora bien, cabe esperar que las nuevas protestas sociales cobren ahora una dimensión mayor. No sólo influye el hecho de que la escalada de precios, lejos de detenerse, lleve la tasa de IPC por encima del 10% en países como España, un camino que ya sigue Alemania según el Bundesbank. Además, los encarecimientos de productos de primera necesidad, como la energía y los alimentos básicos, apuntan a que las protestas serán transversales, es decir, movilizarán simultáneamente a sectores económicos diferentes, como ya aspiran a conseguir UGT y CCOO en España, bajo la bandera de un alza general de sueldos, y ya consiguen los sindicatos británicos. La situación se complica aún más considerando la coincidencia del auge de la conflictividad con la falta de liderazgos consolidados que Europa muestra. Así, a la interinidad del Gobierno del premier Johnson, se suman en la eurozona la provisionalidad que también afecta el Ejecutivo italiano, la debilidad del presidente Macron tras las elecciones legislativas en Francia y la menor credibilidad como defensor de la UE que, tras la retirada de Angela Merkel, ostenta Alemania. En España no son menores los problemas, ahora que su mercado laboral empieza a resentirse. Aún más que en 2012, Europa vuelve a afrontar el riesgo de que los problemas económicos se traduzcan en inestabilidad política y social.

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