
La semana del Orgullo en Madrid ha coincidido con la muy discutible ley Trans que el Gobierno pretende meter en las Cortes con una presión que –una vez más- niega la biología.
El catedrático emérito Antonio Guillamón acaba de publicar un libro clarificador a este respecto: Identidad de género. Una aproximación psicobiológica. Allí se estima que las personas transexuales son unas 4,6 por 100.000 habitantes. Pero a pesar de que los trans son muy pocos, su realidad genera posiciones encontradas.
El citado autor dice que "la identidad de género es un continuo en el que predominan los extremos. Hay dos grandes modelos, hombre o mujer, y uno se acopla a uno de los dos. En poquísimos casos hay una incongruencia entre el sexo biológico y el modelo, pero en los casos en que se da, se ha visto que existen diferencias cerebrales en hombres cis y trans y mujeres cis y trans". El autor añade que los genes y las hormonas prenatales preparan al cerebro para el desarrollo de diferentes identidades de género, y los niños y las niñas desde pequeños tienen unos comportamientos estereotipados. "La identidad de género no es algo que se elige. Si tiene suerte, uno puede elegir lo que va a comer, pero no puede elegir si tiene hambre o no. Algo tan nuclear en nosotros como la identidad no es algo que eliges. Esto lo prueba también el fracaso de las terapias de conversión".
¿Existen diferencias significativas en el cerebro de las niñas respecto al de los niños? Para Guillamón existe un cerebro que será más masculino o más femenino. No hay diferencias cualitativas entre hombres y mujeres, salvo una muy importante: la existencia del cromosoma y la existencia de un gen en ese cromosoma, el SRY, que es el que hace que se diferencien los testículos y todo lo que producen. Solo hay una diferencia cualitativa y ese gen SRY también se expresa en el cerebro. Pero los políticos, según Guillamón, enredados en sus cosas (llamadas movimientos), ni siquiera han preguntado a las Unidades de Identidad de Género que ellos mismos han creado:
"El mundo de la política se mueve con una idea preconcebida de que todo es social y que en el tema de la identidad de género la persona elige. Pero hay una interacción entre lo social y lo biológico, y hay algo tan importante como el yo, que es un yo con género. Hay una falta de entendimiento sobre la identidad de género, tanto desde una visión biologicista como desde una social. Una se aferra a los genes y los genitales y la otra al ambiente como moldeadores de la identidad. La identidad es la consecuencia de un proceso muy complejo en el que intervienen genes, gónadas, hormonas, cerebro y el ambiente pre y posnatal".
Para este investigador, el yo se forma con la percepción del propio cuerpo y en relación en el tiempo y el espacio con otros cuerpos y a la forma masculina y femenina del cuerpo. Para la mayor parte de las personas, la identidad de género se conforma en los dos o tres primeros años de vida, pero esa adaptación no tiene por qué ser lineal, hay personas que llegan a la pubertad y aún no lo tienen muy claro.