
La duración media de los contratos temporales firmados en mayo se redujo en 9,4 días respecto a los suscritos hace un año.
Este dato confirma que la reforma laboral no sólo no está cumpliendo sus objetivos de mejorar la calidad de empleo eventual, el 56% del que se crea cada mes en España, sino que avanza en dirección contraria. De hecho, los contratos de duración entre una y dos semanas crecen un 21%, lo que demuestra el fracaso de las penalizaciones para limitar la rotación del empleo. Más allá del efecto estadístico al forzar el trasvase de los contratos por obra y servicio a los fijos discontinuos, la norma se muestra inútil a la hora de corregir los verdaderos problemas del mercado laboral, castigando así a millones de trabajadores.