
El precio de la electricidad ya refleja el tope del gas aprobado por el Gobierno. Pero desde luego no en el sentido en el que esperaría el propio Ejecutivo. De hecho, el primer día de la llamada excepción ibérica ha cerrado su andadura con una subida en el recibo de los consumidores y un incremento en las emisiones de CO2.
Este aumento de la luz se produce pese a que el precio del mercado mayorista (pool) bajó ayer un 22,6% desde los 214 euros por megavatio hora hasta los 165,59. La reducción no ha tenido un efecto balsámico en el recibo por culpa de la compensación que tienen que recibir las centrales de ciclo combinado y que, según los datos de Omie, asciende a 59,27 euros. Por ello, el precio final ha quedado en 224 euros frente a los 214 euros del día anterior. Por si fuera poco, dicho coste supone el nivel más alto desde el pasado 28 de abril debido a la ola de calor actual, que ha llevado al sistema eléctrico a afrontar una jornada complicada por la baja producción eólica, la parada de una central nuclear y la fuerte generación con ciclos combinados, que han producido el 40% de la energía. Estos datos constituyen un duro golpe para la medida estrella de la vicepresidenta Teresa Ribera para hacer frente a los elevados precios de la electricidad. Lejos de lo que ella misma anunció, el efecto de limitar el gas no permitirá rebajar la factura entre un 15% y un 20%.
El primer día del tope del gas se salda con un incremento en el recibo de los consumidores frente a la jornada anterior
El Gobierno recibe así un contundente baño de realidad con una medida que llega con meses de retraso y que el sector eléctrico rechaza en su totalidad, al beneficiar (supuestamente) solo a los usuarios acogidos a la tarifa regulada (el 37% del total), al tiempo que supone una distorsión del mercado europeo, lo que frenará las inversiones en renovables.