Opinión

Ruido, mucho ruido

Para el autor hay una contaminación incluso peor que las emisiones de CO2. Se trata de la acústica

En Madrid, como en otras capitales europeas, se está practicando una feroz persecución contra los automóviles que funcionan con gasolina o con gasóleo, apostando por los vehículos eléctricos cuya tecnología –aún muy atrasada- no les permite recorrer sin recargar ni siquiera 300 kilómetros.

Una de las cosas que más me choca en el discurso ecologista es su desprecio por las estadísticas. Dos ejemplos: 1) ¿Por qué nunca hablan de la contaminación que producen los aviones? ¿Será, quizá, por la afición de la juventud a viajar en aviones de bajo coste? 2) Se pretende ocultar de dónde viene la mayor emisión de CO2. Pues viene de China, lugar donde no se permite ninguna manifestación ecologista.

Pero volvamos a Madrid, donde la persecución de los automóviles tradicionales está a la orden del día. Y conste que yo jamás uso mi viejo coche para moverme por Madrid. A veces he leído los miles de muertos que produce en Madrid la contaminación atmosférica. Esa mentira queda eliminada simplemente con saber que la esperanza de vida en la Comunidad de Madrid es la más alta de todas las regiones de Europa.

Vayamos, en fin, a otra contaminación que en Madrid se oculta tanto como se produce: la contaminación acústica. Vivo en un piso en el viejo Madrid y aquí el ruido es insoportable, y nadie hace nada por perseguirlo. Para más inri, al limpiar las calles, son los funcionarios municipales quienes las llenan de ruido con unos aparatos de limpieza muy ruidosos. Y no voy a hablar de las sirenas varias de ambulancias y policías. Por mi calle pasan, ya muy entrada la noche, tres camiones de la basura, uno tras otro. Su ruido es capaz de despertar a todos los habitantes del barrio. Además, los trabajadores que están destinados en un galpón frente al Mercado de la Cebada se reúnen a comentar sus cosas bien temprano a grandes voces en la esquina, frente a mi calle.

El ruido de Madrid está por las nubes, es decir, muy por encima del recomendado por la OMS. Según todos los indicadores, el ruido en Madrid había mejorado hasta la llegada de la pandemia, pero desde entonces no ha hecho sino empeorar. Los artículos publicados por los investigadores del Carlos III en diversas revistas científicas muestran que el ruido de tráfico en Madrid hace aumentar el número de ingresos hospitalarios, el riesgo de morir por causas circulatorias, respiratorias y por diabetes, las llamadas al servicio de atención domiciliaria urgente 112, los nacimientos prematuros y de bajo peso, y las muertes de recién nacidos. Otros estudios señalan el importante porcentaje (al menos un 40%) de centros educativos expuestos a ruido excesivo en Madrid.

Yo creo que la batalla contra el ruido en Madrid se puede ganar con medidas bien simples: prohibir el uso de sirenas, sean policiales o sanitarias; conseguir que los productores de maquinaria urbana (por ejemplo, los martillos neumáticos que se usan para arreglar las calles, o los sopladores que han sustituido al cepillo de barrer) dejen de hacer tanto ruido. Y, en fin, que todos dejemos de gritar y de hablar tan alto, incluidos los turistas que ocupan cada vez más pisos en este viejo Madrid y que se dedican a montar juergas sonoras.

Señor Alcalde, ¡haga algo, por favor!

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky