Opinion legal

El idiota ocupado

Foto: Archivo.

Estamos acostumbrados a valorar como muy importantes a las personas más ocupadas, que no tienen vida ni tiempo para nada. Obtener un minuto en su agenda es un gran regalo del destino, que debemos valorar como una especie de distinción divina.

Es habitual que las personas con más responsabilidad también sean las que están rodeadas de equipos más grandes, están más asesoradas y gozan de más apoyos. Piensen una cosa. ¿Qué creen que hará cualquiera de esas personas si les llaman del colegio para decirles que su hijo se ha caído y tiene un fuerte golpe? Probablemente abandonarán todos sus compromisos y correrán a donde consideran que deben estar. Priorización. Por tanto, no es un tema de organización de agenda sino de escala de prioridades de lo que voy a hablar.

El denominador común para ser una buena persona, un buen empleado, directivo o empresario, si quieren ser un buen hijo, padre, pareja o amigo, es la priorización. Hay tiempo para todo siempre que tengamos claro qué es lo importante y no lo confundimos con lo urgente. Tenemos que tener clara cuál es nuestra lista de prioridades, sabiendo que cuando se tienen más de dos o tres prioridades no se tiene ninguna.

Si pudiéramos debatir cuáles son las principales prioridades de nuestra vida, y con ellas hiciéramos un ranking, posiblemente coincidiéramos todos en la salud, la familia, los amigos o ser felices. En cuanto terminamos de hacer el ranking ponemos excusas para ir al gimnasio y cuidarnos, para estar con nuestros padres o hijos porque tenemos mucho trabajo y no llamamos a nuestros amigos por falta de tiempo. Todo esto para dedicarle, en muchos casos, horas a eternas reuniones, para estar mucho tiempo con personas menos importantes o leer cientos de correos intrascendentes.

Para tener éxito es necesaria la disciplina, tanto con nosotros mismos como con nuestros colaboradores. Debe existir orden y previsibilidad. Saber, salvo excepciones, cuándo se entra y cuándo se sale, que para las dos cosas hace falta ser rigurosos y requiere de eficiencia. Debemos tener claro cuál es nuestro trabajo, qué queremos conseguir, qué se espera de nosotros y aplicarnos para ser los mejores haciéndolo. Y digo los mejores haciéndolo y no simplemente buenos. Solo así recibiremos el retorno emocional a nuestro esfuerzo. Esto requiere atención, esfuerzo, ilusión y rigor.

La vida se basa en equilibrios, entre la profesional y lo personal, la alimentación y el ejercicio, el esfuerzo y el descanso, el ocio y el trabajo. Cuando los platillos de la balanza no están equilibrados se producen estridencias que se terminan pagando. No es muy inteligente prosperar mucho profesionalmente sacrificando la familia. Tampoco dedicarte en cuerpo y alma a tu familia y perder tu empleo. Lo mismo ocurre con el resto de platillos. Por ello, es muy sano enfrentarse al folio en blanco y escribir cuáles son nuestras prioridades más esenciales y actuar en consecuencia.

Cumplir con estas ideas nos ayudará a evitar la "presión del retrovisor". A todos nos llegan esos momentos en los que miramos para atrás y sentimos que hemos desatendido algunas de las prioridades de nuestra vida. Que pensamos que deberíamos haber dedicado más tiempo a determinadas tareas y que no lo hemos hecho bien. Por ello, es muy saludable hacer el ejercicio periódicamente, recolocar nuestras prioridades (porque pueden ir cambiando) y tomar decisiones. Nuestro tiempo es algo que solo nosotros podemos gestionar y, para ello, debemos saber a qué se lo queremos dedicar.

Al final a todos nos ocurre lo mismo; cuando no haces una buena administración del tiempo te dedicas a buscar excusas y culpables, te conviertes en víctima de tus propias decisiones y delegas la responsabilidad en el empedrado. Si te ocurre esto, actúa. Puedes estar muy cerca de convertirte en un idiota ocupado. Perdón, no quiero ofender a nadie, pero evítalo o te arrepentirás.

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