
La expectativa de nuevos estímulos de la Fed y del BCE genera la anomalía de que los inversores sigan apostando por el bono a pesar de tener que pagar por financiar a algunos países.
Esta paradoja se está dando también en la deuda corporativa, que sigue contando con el beneplácito del mercado a pesar de que las bajadas de rating crediticio casi doblan a las subidas en EEUU. Con ello, casi el 40 por ciento del papel de las empresas americanas está a un escalón del bono basura, una situación que no se veía desde la crisis. Esta nueva anomalía anticipa una mayor ralentización económica, que si empieza a hacer mella en los negocios elevaría el interés exigido por la emisiones. Tamaño riesgo debe servir de acicate para que las firmas reduzcan su apalancamiento.