
El crédito al consumo muestra en España crecimientos en el entorno del 14 por ciento, pero sería imprudente considerar que el sector se encuentra en una situación de burbuja. En el volumen de préstamos concedidos específicamente por los bancos se observan incluso descensos interanuales, como el 1 por ciento negativo registrado el pasado mes de abril en este capítulo.
Sin duda, el crédito de esta clase les reporta altos intereses a las entidades; ahora bien, también suponen un alto coste en términos de capital, que se suma al esfuerzo de operar en un entorno en el que la política monetaria ultralaxa no tiene ningún viso de cambiar. Los riesgos parecen más altos en lo que respecta a las firmas especializadas en la financiación del consumo. De hecho, el Banco de España anuncia una vigilancia más estrecha (mediante informes trimestrales) de este tipo de entidades, ahora que se observa un repunte de la morosidad, coincidente con el actual momento de desaceleración económica. Con todo, los avisos del supervisor deben entenderse también en su adecuado contexto. Su objetivo no es señalar al conjunto de este sector como un ámbito especulativo de alto riesgo. Sus advertencias van dirigidas contra la proliferación de firmas que conceden sus préstamos sin atenerse a las exigencias propias de una actividad así. El crecimiento del crédito al consumo no implica en sí mismo un peligro. Si quienes hacen de él su negocio, dan toda la información previa a la firma de los contratos que el Banco de España exige y ponen coto a la publicidad engañosa, este tipo de créditos evolucionará de una forma estable y sin riesgos para el conjunto de la economía.