
Mientras el Gobierno y el Banco de España siguen acentuando sus discrepancias sobre el impacto que la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) está teniendo ya sobre el mercado de trabajo, los empresarios que son quienes están en el teatro y no en las Musas alertan ya de el impacto negativo que los incrementos salariales están teniendo sobre la competitividad de nuestra economía y las empresas.
Los datos del Ministerio de Trabajo y de la patronal CEOE muestran como la variación salarial pactada en los convenios con efectos económicos en 2019, registrados hasta 31 de mayo, es del 2,21 por ciento, frente al 1,59 por ciento de un año antes. Subida muy superior a la registrada por la inflación en los mismos meses, el 0,8 por ciento interanual y que confrontada con los sueldos supondría una pérdida de competitividad de 1,4 puntos porcentuales que estaría agudizando la desaceleración de las exportaciones, prácticamente estancadas hasta abril, y el deterioro del déficit comercial.
Un efecto especialmente pernicioso si tenemos en cuenta que han sido las ganancias de competitividad sostenidas en los últimos años, consecuencia de la llamada devaluación interna, las que han permitido mantener los diferenciales positivos de crecimiento de la economía española respecto al conjunto de la UE y la que ha hecho posible cumplir el objetivo de creación de medio millón de empleos anuales, ahora seriamente amenazado.
Y la cosa puede ser todavía peor, si tenemos en cuenta que, como recuerdan los analistas de la CEOE, las subidas de salarios presentan efectos estáticos en el corto plazo y dinámicos en el medio y largo plazo, que se acumulan en el tiempo. Por lo que el hecho de que durante la primera mitad de 2019 el incremento de los costes salariales haya sido compatible con una cierta creación de empleo, es consecuencia de " la coincidencia de circunstancias como la estacionalidad de la economía española, el actual efecto demográfico y el momento del ciclo económico", vientos de cola que están desapareciendo y que se están sustituyendo por nubes de tormenta en forma de guerras comerciales, tensiones en los mercados energéticos e incertidumbres políticas dentro y fuera de nuestras fronteras.
Y ello, además de que, como recuerda también la organización empresarial, el efecto del incremento del SMI sobre el empleo "está influido por la diferencia entre el SMI y el salario medio y mediano de la economía, en el sentido de que cuanto menor sea esta diferencia, cabría esperar mayores efectos sobre el mercado laboral". Ahora, tras la última subida del 22 por ciento de este año, esta diferencia es sustancialmente menor, con lo que se debe ser "especialmente prudente a la hora de plantear subidas adicionales del SMI, ya que en este contexto probablemente tendrían efectos negativos sobre el empleo aún mayores que los que pueda estar teniendo el último incremento".
Un aviso a los navegantes en este proceloso mar de las negociaciones políticas para la investidura y, en especial, para quienes puedan estar tentados de sentar a populistas y antisistema en la mesa del Consejo de Ministros. Y el que avisa, ya se sabe, no es traidor