Opinión

Sin estímulos para el PIB europeo

La reunión de ayer del BCE provocó decepción en los mercados. Es cierto que el eurobanco cumplió con la expectativa de detallar la tercera ronda de inyecciones de liquidez a la banca, que se activará en septiembre. Fráncfort incluso explicó que esta edición del programa TLTRO contará con un interés negativo del 0,3 por ciento, lo que implica que las entidades que más créditos concedan a la economía real serán remunerados en esa cuantía.

Sin embargo, estas acciones no compensaron la frustración de quienes esperaban una respuesta más contundente, ante la anemia en que está sumida la eurozona, y que el propio BCE ya reconoce. No en vano, el presidente Mario Draghi rebajó los pronósticos de PIB y de inflación, tanto de este año como del siguiente (ni siquiera en 2020 el IPC llegará al objetivo del 2 por ciento). Ante este horizonte, y pese a que el banco central llegó a debatir retomar las rebajas de tipos, Draghi descartó todo cambio en las tasas hasta, como mínimo, el primer semestre del próximo ejercicio. El BCE se desmarca así con decisión de la Reserva Federal, ya que ésta planea una reducción de tipos para julio, como respuesta a las incertidumbres de la economía mundial. Es cierto que la Fed tiene un margen de maniobra más amplio que su homólogo europeo (ya que ha subido el precio del dinero en nueve ocasiones, mientras en la eurozona sigue anulado). Además, Draghi justifica su cautela al asegurar que no hay riesgos de deflación o de recesión en la eurozona. Ahora bien, la situación del Viejo Continente dista de ser benévola, debido a su bajo crecimiento y a la inminencia de riesgos como el Brexit o el impacto de la guerra comercial. Todo indica que su PIB tendrá que afrontarlos sin ninguna ayuda de la política monetaria.

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