
La campaña del Impuesto de Sociedades llega este año acompañada de un protocolo de envío masivo de cartas de advertencia a miles de pymes por parte de la Agencia Tributaria. En ellas, se insta a los interesados a que revisen sus declaraciones, en el caso de que se hayan detectado valores anormalmente bajos o altos con respecto a la media del sector en el que trabajan.
No puede decirse que el envío múltiple de avisos de este tipo por parte de Hacienda constituya una novedad. En la campaña relativa al ejercicio 2017, se llevó a cabo una acción similar, en este caso dirigida a los trabajadores autónomos y centrada en las declaraciones del IVA. Además, la Agencia Tributaria cuenta con plena legitimidad para reclamar más información a los contribuyentes. Y, lo que también es importante, este tipo de prácticas tiene una efectividad comprobada. En lo que concierne al IVA, se produjeron incrementos de hasta el 10 por ciento en el importe de las liquidaciones que presentó un alto porcentaje de los contribuyentes que revisaron su declaración. En el caso actual de Sociedades, se puede afirmar que las cartas cuentan también con una completa información, ya constatan los valores que Hacienda considera habituales para el sector y de las desviaciones que el fisco juzga anormales en el caso de cada contribuyente. Las pymes tienen que asumir que se enfrentan a un control fiscal más exigente. Ahora bien, Hacienda debe también ejercerlo de manera proporcionada, sin perder de vista que las desviaciones pueden deberse a errores subsanables y no a fraudes. El rigor fiscal no debe convertirse en una carga excesiva sobre la pequeña empresa, en un momento en el que afrontan otras presiones como el alza del SMI, el control de horarios o la desaceleración de la economía.