
Concluye el gran ciclo electoral de 2019: ha habido elecciones generales, autonómicas en 13 de las 17 Comunidades Autónomas, y en todos los municipios, diputaciones y cabildos. Para los candidatos, y también para muchos ciudadanos, ha sido una campaña electoral muy larga, que deja un par de conclusiones relevantes. Por una parte, que los ciudadanos no votan lo mismo en las diferentes elecciones, aunque se celebren con solo cuatro semanas de diferencia, o incluso en la misma fecha. La otra conclusión es que en casi todos los gobiernos se depende de los pactos. La cuestión clave es poder tejer una mayoría de gobierno, no obtener más votos que otra candidatura.
Para analizar estas elecciones múltiples, hay que tener en cuenta varios factores. Por una parte que solo hay unas elecciones realmente nacionales, que son las europeas. Pero estas elecciones vienen muy condicionadas, porque se celebran junto a las elecciones municipales y autonómicas. De hecho, en estas elecciones europeas ha habido 15 puntos más de participación que en las celebradas hace cinco años. Y este porcentaje del 65 por ciento es prácticamente el mismo que en las elecciones municipales y autonómicas de hace cuatro años. Traduciendo: hay un 15 por ciento del electorado que, probablemente, no hubiese ido a votar si la convocatoria solo hubiese sido europea. Y, por supuesto, una vez en el colegio electoral, el ciudadano, "por el mismo precio", ha cogido también la papeleta europea.
Evidentemente, lo que se decide en el Parlamento Europeo nos afecta mucho. Sin embargo, no solo es una cuestión de que se refleje lo que se hace allí en mucha menor medida. Además, los ciudadanos van a votar para elegir a un Gobierno. Y esto está mucho menos claro en las elecciones europeas que en las demás, tanto porque son elecciones a 28 estados como por el hecho de que en Europa muchas decisiones se toman, o se codeciden (en jerga comunitaria) por los gobiernos de los Estados Miembros. Por esa razón, los resultados de las elecciones europeas, y más cuando coinciden con elecciones locales y autonómicas, no son un termómetro de la intención de voto en unas eventuales elecciones generales, y no deberían tomarse co-mo tales.
Por supuesto, es prácticamente imposible presentar candidatura en los más de 8.000 municipios que hay en España. Eso supone que el porcentaje de voto en las municipales suele estar sesgado a la baja en todos los partidos, porque además hay múltiples candidaturas de partidos que solo se presentan en uno o pocos municipios. Pero este sesgo a la baja es más acusado para los partidos que menos tiempo llevan, y que no tienen la estructura territorial del PP y el PSOE.
Por todas estas razones, el término más adecuado de comparación es, en mi opinión, con las anteriores elecciones, en las que el electorado votó a los mismos representantes. Comparar autonómicas con generales suele ser comparar peras con manzanas. Comparando estas elecciones municipales y autonómicas con las de 2015, hay claramente unos perdedores, como es el caso de Podemos y sus múltiples marcas, coaliciones, escisiones y "confluencias". Las fuerzas populistas han tenido un retroceso en casi toda España, especialmente visible en Madrid.
Aquí, Manuela Carmena ha perdido la alcaldía, cayendo dos concejales pese a que el PSOE, su principal rival a la izquierda, empeora el ya pésimo resultado de Carmona en 2015, quedándose en solo 8 concejales. Madrid no solo es el municipio más grande de España, sino que la alcaldía de Carmena era el Gobierno populista más importante de España. Y ahora ha pasado a la historia, y eso que el PP de Martínez Almeida también baja diez puntos el resultado de Esperanza Aguirre. Parte de esta diferencia es la entrada de Vox en el Ayuntamiento, con un 7,63 por ciento de los votos, 7 puntos más que en 2015. Sin embargo, lo que ha cambiado el signo del ayuntamiento ha sido la subida de Ciudadanos, con Begoña Villacís al frente, que pasan del 11 por ciento al 19 por ciento.
La Comunidad de Ma-drid es la Administración más grande, tanto en términos de población, como de peso económico, PIB y presupuesto gestionado de todas las que iban a elecciones el domingo. Aquí el PP ha perdido un tercio de sus votos, pasando del 33 por ciento al 22 por ciento. El PSOE mejora ligerísimamente en porcentaje, pero obtiene los mismos escaños en 2019 que los que obtuvo en 2015, con 37; pero ahora la Asamblea de Madrid tiene tres escaños más, pasando de 129 a 132, con lo que su peso en escaños disminuye, pese a ser la fuerza más votada. Obviamente, la noticia es que el PSOE de Gabilondo no suma la mayoría con sus eventuales aliados de Podemos y Más Madrid. Las fuerzas populistas siguen sumando 27 escaños como en 2015, pero ahora divididos en la candidatura de Isabel Serra que solo obtiene 7 de esos escaños, y la de Errejón que obtiene 20. Vox entra en la Asamblea con 12 escaños, mientras que Ciudadanos incrementa un 50 por ciento sus votos y escaños, pasando de 17 a 26 diputados en la Asamblea.
La debacle de Podemos no solo es una cuestión de Madrid. Este partido, o conjunto de confluencias, que se postula para entrar en el Gobierno de Sánchez, probablemente pierda la alcaldía de Barcelona, donde Ada Colau ya no es la candidata más votada. Por otra parte, las mareas (la confluencia gallega de Podemos) también pierden las alcaldías de La Coruña, Santiago y Ferrol. En Zaragoza, la marca populista en el Gobierno, Zaragoza en Común, se ha presentado dividida en dos marcas, y entre las dos han perdido el 40 por ciento de los votos… Podríamos se-guir, pero aquí Iglesias tiene tres problemas muy graves: la división de su espacio ideológico, la pérdida de casi todos sus Ayuntamientos del cambio, incluyendo Madrid y Barcelona, y la pérdida de su poder de decisión en las CCAA.
Esto se debe tanto a que el PSOE ha obtenido mayoría absoluta en Extremadura y Castilla- La Mancha, como a que en otras CCAA como Aragón el poder de decisión ha pasado a Ciudadanos. Nuestro partido también es decisivo, entre otros, en el Ayuntamiento de Madrid y en las Comunidades Autónomas de Madrid, Región de Murcia y Castilla y León.
Como ya hicimos en 2015 gestionaremos nuestros escaños con una estrategia nacional en interés de España. Seguimos creciendo y ahora, como ya empezamos a hacer en Andalucía, vamos a empezar a gobernar donde los españoles nos han dado su confianza.