
El nuevo impuesto al lujo catalán ya está en vigor, tras el respaldo recibido en el Supremo, que considera que no es una doble imposición al ser una figura diferente a Patrimonio.
En concreto, se trata de una tasa a activos no productivos de lujo que formen parte de los bienes de las compañías aunque su fin sea de disfrute particular. Dicen que el objetivo es "evitar que los empresarios escondan coches de lujo, yates, etc., como si fueran de la compañía evitando así el pago de impuestos". Ni que decir tiene que las críticas no se han hecho esperar. Para empezar por la dificultad que tiene su implantación sin recurrir a inspecciones. "Nadie va a declarar por arte de magia bienes que no formen parte del activo de la compañía, como obras de arte o joyas", dicen desde una patronal catalana. Las mismas fuentes añaden además al perjuicio que para Cataluña tiene la política de la Generalitat de nuevas tasas. "Cataluña tiene 14 impuestos propios que no sirven para que se recaude más que en Madrid", dicen. Y, por último, conviene destacar que desde el entorno del vicepresidente económico Pere Aragonés se comenta que "la tasa no será significativa para las arcas públicas". "No se entiende esta política fiscal de castigar a los empresarios que son los que crean riqueza cuando además no sirve para elevar la recaudación", se quejan desde la patronal catalana.