
Los aplazamientos de su opa han ayudado a Fridman a lograr la mayoría del capital de Dia y a forzar con la banca un acuerdo in extremis para evitar que la cadena entre en concurso. No obstante, y aunque Fridman logró el visto bueno de 16 de las 17 entidades acreedoras, aún no convenció a Santander.
La entidad cántabra pide al magnate ruso una quita a los bonistas si quiere que firme la reestructuración de la deuda. La exigencia de Santander se enfrenta así a la pretensión de Fridman de utilizar 300 de los 500 millones de la ampliación de capital para pagar a los bonistas, al tiempo que pide a los bancos no abonar la deuda hasta 2023. La posición de Santander es lógica ya que trata de evitar una discriminación injusta de unos acreedores frente a otros.