Opinión

Los bancos evitan la complacencia

La banca española inaugura una temporada de resultados que no se prevé halagüeña. Las expectativas apuntan a un recorte del beneficio del 11 por ciento en un año en que es difícil que esa situación mejore. El BCE no contribuirá a ello, ya que retrasa las alzas de tipos a 2020, mientras se resiste a suavizar la penalización que supone para las entidades pagar por depositar capital en el banco central. En España, la evolución del PIB tampoco ayudará, ya que su desaceleración vuelve a contraer la demanda de crédito. Por si fuera poco, la nueva normativa financiera demanda a los bancos un nivel de capital de máxima categoría no inferior al 12 por ciento. En el caso de las entidades españolas, alcanzar esa marca supondrá un refuerzo de hasta 9.000 millones. Se trata de un objetivo alcanzable gracias a la meritoria proactividad que los bancos evidencian. Los cuantiosos esfuerzos hechos por liberarse de las carteras de activos tóxicos, principalmente inmobiliarios, ayudan mucho a ello, pero no bastan. Resulta necesario dar más pasos, como la desinversión en activos de mayor valor estratégico. En este sentido, Santander y Sabadell ya dan ejemplo, con la cesión de su negocio de custodia a Crédit Agricole, en el caso de la entidad cántabra, o la venta de su plataforma Solvia, en lo que respecta a Sabadell. Pasos como estos son mucho más eficientes que el recurso directo al mercado. Los bancos que planteen ampliaciones de capital pueden encontrarse con que los inversores les exigirían descuentos demasiado elevados. Pero aún más importante resulta el modo en que estas ventas muestran cómo los bancos evitan toda complacencia, y se lanzan a reforzarse sin esperar a una mejora del contexto económico que nadie puede asegurar.

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