
Domingo de Ramos. Voy con una amiga en Metro hasta Callao (la estación de Gran Vía lleva cerrada un año a causa de una ocurrencia nefasta) y bajamos hacia la Puerta del Sol por la calle Preciados, que está llena de tiendas abiertas y de turistas. De pronto, vemos llegar desde arriba una manifestación, que está autorizada, pues delante de ella va una dotación de la Policía Nacional.
No entiendo cómo el delegado del Gobierno ha dado el visto bueno para una manifestación en una hora punta y en el centro más colmatado de Madrid, Rastro aparte.
Encima de un camión, una mujer con voz chillona dicta consignas que apenas se entienden, pero entre ellas algunas son coreadas: "¡España, mañana, será republicana!". Y algo insólito, la que se coreaba en el otoño de 1936: "¡Madrid será la tumba del fascismo!".
Las banderas tricolor republicanas se exhiben masivamente dentro de una manifestación escasa de gente. Son jóvenes, y en buena parte deben de ser universitarios. Por eso le digo a mi amiga: "Estos idiotas no han leído la Historia de la República ni de la Guerra Civil. ¿No saben que hoy ya se ha escrito casi todo de aquella confusa y terrible época?".
-No, no lo saben, porque no leen -me contesta ella.
-¿No leen? Entonces, ¿por qué les pagamos su estancia en la Universidad?
En verdad y en resumen, hay dos versiones de la II República: para unos fue una ocasión perdida (y tienen razón); para otros fue un desastre lleno de violencia, que acabó en tragedia (y también tienen razón).
Y si eso es así, ¿a qué viene tanta bandera republicana? En plena campaña electoral se diría que aquel violento desastre que fue la guerra no hay forma de sacarlo de la vida pública. Lo ilustraré con algunos ejemplos.
Primero, el recibimiento a gritos ("¡Fascista, vete de aquí!") de la candidata Cayetana Álvarez de Toledo en la Universidad de Barcelona. El comentario lo tomaré prestado de Juan Manuel de Prada: "Prat de la Riba nos narra los albores del movimiento nacionalista: Esta obra (el nacionalismo catalán) no la hizo el amor, sino el odio. Desde que Prat de la Riba escribiera esa frase, esta obra del odio ha seguido inoculando su veneno en Cataluña, hasta llegar a nuestra época." En segundo lugar, el sábado anterior a este domingo de Ramos que estoy comentando, militantes abertzales llegaron a agredir a varios políticos de Vox. Los agresores formaban parte de una manifestación para protestar contra el acto que Vox hacía esa mañana en San Sebastián. Por la tarde, en Bilbao, radicales proetarras lanzaron todo tipo de objetos contra los asistentes al mitin de Vox, entre gritos de "españoles hijos de puta".
Por último, el domingo en Rentería (localidad guipuzcoana que ETA consideraba suya), los nacionalistas proetarras atacaron a Maite Pagaza y a Fernando Savater al grito de "Españoles fascistas, fuera de Euskadi".
Son estos métodos del separatismo radical los que convierten a los agresores en auténticos nazis.
El domingo 28 de abril la mayoría de los españoles tendremos la ocasión de llevarles a ellos a la "tumba política". Ojalá acertemos la mano con la herida y salgamos de esta pesadilla de separatistas y podemitas que quieren acabar con la Constitución. Es decir, con la convivencia.