
Estamos inmersos, desde el anuncio de la convocatoria de elecciones, en una campaña electoral que hasta hace poco era no oficial. Los medios de comunicación llevan a sus titulares las propuestas de los diferentes partidos. Los líderes de los mismos aparecen constantemente en entrevistas pidiendo el voto. Y la ciudadanía habla y comenta sus preferencias.
Tengo que decir que oigo más comentarios de quienes no van a votar que propios de los que sí participarán. Sin embargo, como suele ser tradicional, escucho poco o nada sobre lo importante, como lo son, por ejemplo, las propuestas económicas, las pensiones, el déficit público crónico o el tremendo problema del envejecimiento de la población.
Si uno lee el programa de Podemos podrá ver cómo todas las medidas contenidas en él no son más que un avance hacia posiciones de extrema izquierda, y que todas están dirigidas a pauperizar la clase media, bastante vapuleada ya por la tremenda carga fiscal impuesta por Montoro en su momento. Decisiones como una nueva fuerte elevación del salario mínimo interprofesional van totalmente en contra de lo que se necesita. De hecho, si cogemos este ejemplo, el de las fuertes alzas del salario mínimo, vemos cómo la última subida ya tiene consecuencias, como el frenazo en la creación de empleo y, otra vez, el declive de los contratos indefinidos, consecuencias que además impactan especialmente entre los jóvenes. Poco queda en este partido del programa político que Viçens Navarro y otros economistas coordinaban cuando apareció la formación. Ciertamente sus medidas no eran novedosas, basadas en las de los socialistas nórdicos, en Willy Brandt si se prefiere. Es curioso que en los países nórdicos, hoy, esas medidas son desechadas y pierden en los comicios, si bien eran medidas económicas con cierto orden.
Parece ser que el partido que en el pasado encaró una posición de centro hoy es todo gasto y medidas populistas y estrambóticas
Mientras, el PSOE, virado fuertemente a la izquierda para recoger el voto del fragmentado Podemos, es una oda al gasto público y al populismo; que, por cierto, supone continuar con la línea del inefable Zapatero, el peor presidente desde la implementación de la democracia española.
Nadie parece decirlo, pero debe decirse alto y claro que nuestra nación tiene un enorme déficit público primario, el mayor de la Unión Europea
Parece ser que el partido que en el pasado encaró una posición de centro hoy es todo gasto y medidas populistas y estrambóticas, que conducen a lo contrario de lo buscado. Comentaba hace un momento el tema de las subidas contundentes del salario mínimo interprofesional, que el PSOE también lleva. Este partido, tanto por su historia como por las personas que han pasado por él, debería saber mejor que nadie que es el modelo económico, educacional y energético -además de la seguridad jurídica- el que crea puestos de trabajo.El programa del PSOE, además, no tiene en cuenta el momento económico y la fuerte desaceleración, a la que hay que situar en un contexto de balanza comercial deficitaria.
Nadie parece decirlo, pero debe decirse alto y claro que nuestra nación tiene un enorme déficit público primario, el mayor de la Unión Europea, donde ahora aparece un nuevo déficit, el comercial, algo que no ocurría desde antes de la enorme crisis que hemos vivido. Siempre que España ha tenido una acumulación de estos dos desajustes hemos terminado en una situación de grave crisis. En aquel momento, Zapatero dijo que éramos el país de la Champions' League, pero es que lo de ese hombre no tiene parangón. A él le reventaron las consecuencias de esos dos déficits en la cara, y él contribuyó con el descabellado programa de choque Avanza.
Por su parte, Ciudadanos presenta un programa ajustado y en buena medida conscientes de lo que se avecina en el futuro. Intentan una bajada de impuestos, pero son conscientes de que no pueden ser más contundentes dado que ellos, que se llaman liberales aunque des-de mi punto de vista son socialdemócratas, no entran a desmontar el actual entramado estatal. A diferencia del programa del PSOE, este partido sí es muy cuidadoso con el déficit y sabe bien lo que un programa de gasto alocado acarrea. Llevan medidas interesantes y que deberían ser debatidas para llevarse a cabo. Un ejemplo de ello es la mochila austriaca o la simplificación de los innumerables tipos de contratos laborales.
El programa del partido de Casado es novedoso, rompe con la herencia del tándem Rajoy-Montoro, y es un intento de avanzar hacia líneas liberales, intentando rebajar la presión fiscal. Ahora bien, para llevar a cabo la rebaja impositiva a familias y empresas, que tienen un efecto balsámico sobre la actividad y el empleo al aumentar la renta disponible, deberían decir claramente qué estructuras estatales se van a desmontar, y deberían también señalar claramente el modelo de financiación autonómico, algo que a mí, al menos, no me queda claro o no he sabido entender.
Queda, por último, el programa del partido disruptivo, Vox. Es toda una novedad, ya que por fin alguien en España se atreve con una propuesta cien por cien liberal. Un programa donde se otorga la libertad a las personas y donde el Estado se reduce hasta niveles financiables, sin que nos ahoguen a impuestos. El problema de esta novedosa propuesta, donde curiosamente muchos economistas independientes nos sentimos cómodos, es si este país está preparado para modernizar la estructura económica vigente.
¿Este país y sus ciudadanos quieren ser libres?