
El acuerdo alcanzado por la UE y Londres esta semana supuso evitar la posibilidad de que hoy se hubiera producido un Brexit sin acuerdo. Pese a que la peor de las soluciones, una vez más, ha quedado pospuesta, es comprensible la cautela con la que líderes como la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, acogen el resultado de las negociaciones.
La fijación de un nuevo plazo (31 de octubre) para llegar a un acuerdo no resuelve, por sí solo, aspectos urgentes, como determinar si Reino Unido debe concurrir a las elecciones europeas de mayo. Aún más desconocidos son los resultados que Londres obtendrá de la prórroga. Múltiples opciones (nuevo acuerdo, segundo referéndum o elecciones) continúan abiertas, lo que impide que la incertidumbre se disipe del todo.