
Paradójicamente, el mejor aliado que tiene Sánchez en estas elecciones es Abascal, el caudillo de Vox. El radicalismo de este partido es lo que está movilizando el voto útil de la izquierda en favor de los socialistas, al tiempo que galvaniza a la derecha. Como en la película de Joseph Ruben es como estar Durmiendo con su enemigo (1991), aunque Abascal no sea precisamente Julia Roberts.
Increíblemente, entre unos y otros le están regalando la campaña electoral al PSOE. No es por lo tanto extraño que en "las altas torres" las encuestas que se manejan dan una mayoría aplastante a Sánchez, quien ya estaría en una horquilla de entre los 120 y los 140 diputados.
Alfonso Guerra siempre decía que lo más relevante en los sondeos era la pregunta "¿Quién cree usted que va a ganar las elecciones?". Pues bien, el 46% de los encuestados no tiene dudas. Eso hace que los socialistas partan con una gran ventaja.
Pero si Abascal es el principal aliado de Sánchez para ganar estos comicios, el siguiente es Rivera, quien ha demostrado reiteradamente que es un mal estratega. Su decisión de no pactar con los socialistas hace que los electores de centro izquierda, que desean un Gobierno moderado y estable, terminen inclinándose por el PSOE. Entre la opinión pública va calando la idea de que "ya que van a ganar, mejor que lo hagan sin ningún tipo de hipotecas". Un Gobierno con los apoyos suficientes para construir una "pista de aterrizaje" para que los independentistas bajen al suelo y que pueda enfrentarse a la fuerte crisis económica que se nos anuncia.
No es extraño que se empiece a escuchar que sería mejor un Ejecutivo con mayoría absoluta que volver a la situación de inestabilidad. Se ha puesto de manifiesto que la llamada nueva política de Iglesias y Rivera es imposible de gestionar por la fragmentación parlamentaria. Por tanto, es mejor un bipartidismo imperfecto que un "neobipartidismo" que enfrente a las izquierdas contra las derechas. Se necesitaba un partido bisagra para facilitar la gobernabilidad, pero Rivera ha demostrado que Ciudadanos ni quiere ni puede ser ese partido de centro que España necesita para resolver sus problemas.