Opinión

La cabeza de Borrell, el primer pago por los "decretazos"

  • Sánchez se quita de encima a la única voz discordante y que no rendía pleitesía

Dicen en el PSOE que fue de mutuo acuerdo. Uno, el jefe, necesitaba echarle y otro, el subordinado, quería seguir pero sabía que no entraba en los planes y aceptó el destierro. Lo cierto es que Pedro Sánchez no ha querido dilatarlo más y ha entregado en valija diplomática la cabeza de Josep Borrell a los independentistas del PDeCAT y ERC, como pago previo por su necesario apoyo en la Comisión Permanente del Congreso a los llamados "decretazos sociales", con la contrarreforma laboral incluida, que prepara el Gobierno de aquí a las elecciones de abril, utilizando sin escrúpulos las instituciones del Estado como altavoz electoral y sin decirnos cómo se va a pagar la fiesta y con qué dinero.

Recordar que Rufián ya reveló que Sánchez les había ofrecido la cabeza de Borrell para aprobar los Presupuestos y que nada más conocerse la decapitación el portavoz del PDeCAT, Carles Campuzano se felicitaba afirmando que "si hay alguien que tenga responsabilidades en el seno del PSOE del fracaso del diálogo con la Generlitat es Borrell" e, incluso, se permitía el lujo de asegurar que el cambio "llega tarde".

Sabido es que el ministro de Exteriores era el miembro del Gobierno más odiado y temido por los independentistas, por su participación destacada y liderazgo activo en las manifestaciones convocadas por Sociedad Civil Catalana, por lo que no es de extrañar el regocijo con el que Puigdemont, Torra y demás mariachis del procés han celebrado el pasaporte que le ha entregado Sánchez con destino al Parlamento Europeo.

"A Borrell, pues, Sánchez le paga los servicios prestados enviándole al ostracismo, eso sí bien remunerado, mientras él se quita de encima al único miembro del Gobierno capaz de hacerle sombra"

Pero, además, con la cabeza de Borrell Sánchez mata dos pájaros de un tiro, porque tanto en Moncloa como en Ferraz reconocen que el ministro de Exteriores era "un verso suelto" en el Consejo de Ministros, el defensor sin tapujos de la Constitución y la unidad de España y el único que no rendía pleitesía al visir Sánchez, en un Gobierno de sumisos. Significativa fue la imagen televisada de la llegada del Presidente a la sala de reunión del Gabinete tras anunciar la convocatoria de elecciones, con todos los ministros aplaudiendo al jefe, excepto Borrell que aprovechó la coyuntura para departir con otro compañero en una esquina y de espaldas al líder dimitido. Y significativa ha sido la euforia con la que sus compañeros de Gabinete, especialmente Ábalos y Montero, han expresado públicamente su satisfacción por su partida.

A Borrell, pues, Sánchez le paga los servicios prestados enviándole al ostracismo, eso sí bien remunerado, mientras él se quita de encima al único miembro del Gobierno capaz de hacerle sombra y los independentistas ven cumplidas una de sus principales exigencias.

Todo un gesto que sirve para explicar los silencios de Sánchez cuando le preguntan si volverá a pactar con los independentistas tras el 28-A o por el posible indulto a los golpistas procesados.

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