
En el mundo empresarial empiezan a causar sorpresas las maneras empleadas por Antonio Garamendi desde que llegó a la presidencia de la patronal.
Al intento de aprobar su sueldo con alevosía y nocturnidad, sin informar a la Junta directiva de la cuantía concreta, se añade ahora el modo con que intenta silenciar a los medios que se muestran críticos con él.
Cómo informó elEconomista, Garamendi se puso un sueldo de 300.000 euros anuales y 50.000 de variables, algo inédito en la organización desde la etapa de José María Cuevas. Pero en lugar de informar de la cantidad a la Junta, remitió su difusión al portal de transparencia de la organización empresarial, lo que retrasa su publicación un año.
Este lunes aún aparecía la remuneración del anterior presidente de la CEOE, Juan Rosell, en 2017, quien, como se sabe, había renunciado a su sueldo. Garamendi solo recabó el apoyo de Juan Pablo Lázaro, el vicepresidente que dirige la Comisión Presupuestaria, encargada de aprobar su sueldo.
elEconomista y La Vanguardia fueron los dos únicos medios en papel periódico que denunciaron sus malas prácticas. Visiblemente enfadado por poner al descubierto la maniobra, Garamendi puso en marcha una ronda de entrevistas con varios periódicos, en las que ordenó dejar fuera expresamente a los dos medios incómodos, que difundieron la citada información.
"Un comportamiento extraño porque llegó prometiendo transparencia y tolerancia"
elEconomista es el líder de la información económica y La Vanguardia lo es en Cataluña. "Está desconocido desde que lo nombraron presidente, ha dejado de hablar con algunos de sus amigos y exige respeto por su cargo", aseguran fuentes cercanas. Un comportamiento extraño porque llegó prometiendo transparencia y tolerancia. Es lo que le faltaba a la CEOE, una organización sacudida por la polémica de sus presidentes, que ha perdido el prestigio de antaño entre sus propios miembros: los empresarios.